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OBISPOS, ESTADO DE PERFECCIÓN

Hay muchas sedes episcopales vacantes, muchos interesados en ser obispos, pero ¿qué falta? Dice el P. Alonso Rodríguez que para ese estado  de obispo se requiere que preceda la perfección.  A diferencia de un novicio que al entrar en una Orden, busca el estado de perfección mediante  la pobreza, la castidad y la obediencia, y, aunque emita los votos, seguirá  camino del estado de perfección, el propuesto para Obispo debe haber  alcanzado ya ese estado de perfección. Ante esta exigencia, las prisas en nombrar obispos no son buenas. Escribe Mons Masnou:

“La forma actual –desconozco su historia concreta- de encontrar con acierto las personas más aptas para el ejercicio del ministerio episcopal tiene, me parece, algo muy positivo, que consiste en el conocimiento más directo y seguro, hasta cierto punto, de las mismas y de sus aptitudes o ineptitudes para el ministerio episcopal. La Santa Sede no improvisa los nombramientos, sino que se rige por normas bien estudiadas y comprobadas, que implican la conveniente tarea de rigurosa información secreta, de tal forma que haya suficiente criterio y madurez para conocer la realidad de las personas y de las diócesis. No me pasa desapercibido que la Iglesia no es infalible en estas cosas de nombramientos de obispos, ni lo son las personas o entidades eclesiales que intervienen y que, por consiguiente, también es posible algún hecho dudoso o desagradable, causado por las limitaciones humanas; hay que tenerlo en cuenta, no escandalizarse y aceptarlo, si viene el caso, como una contrariedad, como otras hay en la Iglesia y, mucho más, fuera de la Iglesia; contrariedades y deficiencias humanas que no es justo atribuírselas, como tales, a la Iglesia y hacérselo pagar con acusaciones y campañas mediáticas de mal gusto  como suele suceder, sino que son, más bien, defectos de personas”

Más vale “perder el tiempo”, aplicar esa tácita institución del “demora”, del “dilata”, que ordenar Obispo a un sacerdote que no esté ya en estado de perfección. No, no se trata de hacer como Diógenes que buscaba un hombre en una calle concurrida. Que los hay es seguro.

Jaime Solá Grané

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