El marianista E. Neubert hace hablar así a Jesús, hijo de María, en su libro MI IDEAL, JESÚS HIJO DE MARÍA.
“Al hacerme Hijo de María, me entregué por entero a Ella. Creador y soberano de todas las cosas, quise, por amor, pertenecer a María y depender de Ella; y quise pertenecerle por los lazos más íntimos que pueden existir, los fundados en la misma naturaleza y que nada puede deshacer.
Desde toda la eternidad, escogí esta pertenencia y dependencia filial, y, desde el primer instante de mi encarnación en el seno de María, ratifiqué por mi voluntad humana este decreto de mi eterno amor y puse en él una inefable complacencia.
Hijo de una Virgen, pertenecí a mi Madre como ningún otro pertenece a la suya; he querido perpetuar este estado de dependencia total, como ningún otro hijo puede hacer.
No abandoné a mi Madre a la manera de los hijos que van a fundar una familia; permanecí junto a Ella hasta el momento fijado para el cumplimiento de mi misión pública, y, como mi Madre no ha tenido jamás otra voluntad que la de mi Padre, también entonces y en el Sacrificio Supremo, mi conformidad con la suya fue total y perfecta.
Más aún: en el mismo Cielo me acuerdo y de acordaré siempre de que soy su Hijo; y, aun cuando soy Yo quien reina y manda allí, acataré eternamente y con perfecto amor filial todos sus deseos de Madre”.