Que el tan “cacareado humo de Satanás” está dentro de la Iglesia, no precisa juicio. Bastan los hechos.
Centrándonos en el tema del título, transcribo del libro AMEMOS A LA IGLESIA de Mons. Ramón Masnou, la doctrina de la Iglesia: “Las claras y decididas tomas de posición de Juan Pablo II, tras las huellas de Pablo VI, en esta materia, traducidas posteriormente a lenguaje canónico, pretenden despejar, y de hecho despejan, toda duda sobre esta cuestión, que afecta a la constitución divina de la Iglesia. El Papa ha declarado que ésta no tiene ninguna facultad para conferir a las mujeres la ordenación sacerdotal y que todos los fieles deben tener esta sentencia como definitiva.
Por otra parte, la Iglesia enseña simultáneamente como fundamental la verdad de la igual dignidad personal entre los hombres y las mujeres. La combinación armoniosa de ambas verdades forma parte de la visión eclesial católica, y es cometido nuestro, como miembros fieles de la comunidad cristiana, profundizarla y vivirla en todos los nìveles y con todas las consecuencias, desde el fundamento de la caridad, que es a la vez la cumbre de la dignidad del creyente”.