Ya adelantó la respuesta aquel gran profeta José de Maistre. El mismo hombre será su propio exterminador.
Tiene todos los medios en su mano. Aunque el gran escritor francés se refería, como veremos, a la guerra, de vivir hoy añadiría otros medios tan eficaces como el aborto, la eutanasia, el control de natalidad, el matrimonio contra natura…Pero a raíz de la guerra de Rusia contra Ucrania parece que los hombres se han dado cuenta de que aquello del pacifismo era un cuento. Servía para no mirar la violencia de las guerras “ocultas”. La guerra ruso-ucraniana y su inevitable expansión europea y mundial, con armamento mil veces más poderoso y destructivo que el de la segunda guerra mundial, el frenesí que se ha despertado en naciones potentes para proveerse de armamentos con más capacidad de destrucción, confirma la tesis de De Maistre: el hombre está armado para asesinar como jamás en ningún tiempo.
Llegará, no lo duden, que la guerra generalizada, en tanto no sea atómica, despertará un entusiasmo general. Será algo irracional, como bombardear un asilo de niño o de ancianos, pero se pulsará el botón que haga desprender el obús. ¿Era racional que en las trincheras los soldados opuestos se rajaran de arriba a abajo con las bayonetas? Buscar la racionalidad en la guerra es una simpleza. Pues, cuando esta irracionalidad llegue a los que pueden manejar el poder atómico, ¿creen que se contendrán? Sería como decir a un soldado, bayoneta en mano, que no rajará al soldado de enfrente. Es impulso irracional. Por esto, me da pena sonreír al leer a ilustres escritores que confían en que las bombas atómicas quedarán tranquilas en sus depósitos…
“La ley de la guerra, escribe De Maistre, de suyo tan terrible, no es, sin embargo, sino un capítulo de la ley general que pesa sobre el universo. En el vasto dominio de la naturaleza viviente, reina una violencia manifiesta, una especie de rabia decretada de antemano, que arma a todos los seres… Pero esta ley ¿se detendrá en el hombre? No, indudablemente. Y entonces, ¿qué ser exterminará al que los extermina a todos? ¿Quién? El hombre es el encargado de igualar al hombre. ¿Cómo podrá acomodarse a esta ley, él que es un ser moral y misericordioso, él que ha nacido para amar, él que llora por los demás como por sí mismo?… Es la guerra que ejecuta el decreto… el hombre arrebatado repentinamente de un furor divino, sin sentir odio ni ira, avanza por el campo de batalla, ignorando lo que quiere y hasta lo que hace…Nada es más contrario a su naturaleza, y nada pone por obra con menor repugnancia; ejecuta con viva animosidad aquello mismo de que se horroriza”.
Un paréntesis: lo que dice De Maistre sobre la guerra ¿no lo aplicaría hoy también al aborto y a la eutanasia? Prosigue el gran filósofo y político:
“¿Habéis observado que en el terreno donde se libran luchas de muerte, el hombre no desobedece nunca? Una rebelión en el campo de batalla, una connivencia para abrazarse renegando del tirano, es un fenómeno que no se presenta a mi memoria. Nada resiste, nada puede resistir al poder que arrastra al hombre a combatir; inocente asesino, instrumento pasivo de una mano terrible… Así se cumple, sin cesar desde el microbio al hombre, la gran ley del destino violento de los seres vivos… Pero el anatema debe herir al hombre más directa y más visiblemente: el ángel exterminador gira como el sol alrededor de este desgraciado globo y no deja respirar a una nación sino para descargar el golpe sobre otras; pero, cuando los crímenes de cierto género, se han cometido hasta un límite señalado, el ángel acelera sin medida su vuelo infinito. Hiere a la vez a todos los pueblos de la tierra. “
Parece que esta profecía es el retrato de lo que vivimos. Se están formando bloques de naciones; y los gobernantes y políticos se caracterizan por la irracionalidad propia de un soldado bayoneta en mano.
Jaime Solá Grané