Durante los siglos XIX y XX los enemigos de Cristo se unieron para destruir el cristianismo. Consiguieron salir victoriosos. Y hoy día, la sociedad en general y la europea en especial ya no siente la necesidad de mantener la lucha contra los cristianos. Basta mantener el ambiente antievangélico que se respira y sus consecuencia prácticas: Aborto, eutanasia, matrimonios contra natura, corrupciones, pornografía, adulterios, destrucción del matrimonio y de la familia etc … Ya no es necesario perseguir ni martirizar porque la apostasía práctica de los cristianos es patente. Se puede legislar todo lo que se quiera contra la Iglesia, en tanto no afecte a sus dineros…
Precisamente, ESO es lo que falta: devolver al mundo el dinero que es lo suyo. Y precisamente, donde he visto luchas y querellas entre clérigos y consagrados/as ha sido por razón del dinero…
Necesitamos la radicalidad de una Iglesia pobre. Aunque quede en la miseria como la primera comunidad cristiana de Jerusalén. ¡Qué bien acertó aquel Cardenal de Barcelona, cuando una nueva Comunidad religiosa se presentó a él y le explicó que ya habían recibido una importante donación para establecerse! Dijo textualmente: “Empezáis ricos, empezáis mal”.
En mi ya larga experiencia, he visto caer el martillo del poder contra ricos… pero los pobres, los miserables, no sufren envidia alguna. Como máximo son objeto de burlas criminales por parte de adolescentes y jóvenes malvados, que disponen del dinero sin límite de sus familias.
Señor Cardenal, pude observar que tenía usted muy clara la idea de la pobreza. ¿Por qué no se llevó a la práctica? Tenía usted razón: a más dinero menos confianza en Dios. A más bienes, más pleitos y querellas. ¿No es verdad, hermanos/as que habéis pleiteado veinte años para mantener bienes terrenos?
Jaime Solá Grané