Es sorprendente contrastar que el hombre, en general, mientras defiende el aborto o sea la muerte de seres inocentes en los vientres maternos, reclame la conservación de la naturaleza terrenal como medio a mantener para que haya vida en la tierra. Mientras fabrica y almacena bombas nucleares capaces de destruir toda la tierra en tiempo récord, se ofende y castiga al que, al usar lo que Dios ha puesto para la conservación del hombre, puede dañar el medio ambiente.
Son cosas muy diferentes la crueldad con los animales, por ejemplo, y la necesidad de alimentación del hombre. Es diferente incendiar un bosque que cortar unos árboles que impiden hacer una carretera. El reino mineral, vegetal y animal sin alma racional está todo al servicio del hombre. Es cierto que no todas las cosas concurren del mismo modo para nuestro bien. Unas están destinadas a mantener nuestra v ida y nuestras fuerzas; otras a instruirnos o recrearnos e incluso hay algunas que nos sirven para ejercitar virtudes como cardinales.
La prudencia nos ha de enseñar como servirnos de las criaturas. Así las que pertenecen a la alimentación, habitación, vestidos, descanso se ha de tomar de ellas lo estrictamente necesario. En este sentido: de uso austero de las criaturas, sí creo tienen razón los ecologistas en que falta medida y mucha contención.
Sin embargo, para evitar el abuso sobre las criaturas que Dios ha puesto para nuestro bien, no podemos caer en el otro extremo: proteger a las criaturas contra el hombre. El verdadero ecologista hace un uso racional y austero de las criaturas que Dios ha puesto para que nos sirvamos de ellas.
Jaime Solá Grané