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NO BASTA LA MORAL NATURAL

Cada vez abunda más una clase de hombres que pretender  ser modelos de virtud sin necesidad de religión. Vienen a decir: “Yo soy un hombre honrado, y basta; no necesito de la religión para cumplir con mi deber. Los dictados de la honradez natural me bastan. El Evangelio y sus leyes están de más”.

Esta supuesta honradez natural se basa en los principios del derecho natural: vivir honestamente, no hacer daño a nadie y dar a cada uno lo suyo. Esta generalidad  la concretan más diciendo que la honradez natural responde a los dictados de la razón y de la conciencia. Estos dictados dirigen las costumbres públicas y privadas y guían al hombre en al cumplimiento de los propios deberes.

Mientras estos principios de la ley natural no fueron vulnerados por la maldad, mientras la razón y la conciencia no fueron abatidas por la relajación de las costumbres,  es muy cierto que llevaban al reconocimiento de la existencia de Dios, de respeto, obediencia y amor a este Señor, y como consecuencia a la justicia, fidelidad y auxilio al prójimo; permitían  reconocer como sagrados los vínculos familiares, y que las pasiones debían ser reprimidas. Tan cierto es que incluso la Filosofía antigua ha proclamado estos principios, los ha desarrollado, admitiendo un alma inmortal que deberá responder de sus acciones buenas o malas, para recibir premio o castigo.

Si no existiera el mal es posible que bastara esta moral natural… pero los hombres que intentan practicar la moral natural sin religión, fácilmente  se abandonan a los excesos de gula, de sensualidad y de orgullo; se dejan arrastrar por las pasiones y al fin es posible que sea una honradez más aparente que real. Dice san Ambrosio que estos tan decantados hombres honrados aman las apariencias y no la realidad; quieren aparecer buenos pero no serlo. Se complacen en vanidades, se entregan perdidamente  a las cosas caducas y pasajeras y creen hallar su felicidad entre el fango de las más bajas pasiones.

Acontece alguna vez que sin fe práctica se tenga una cierta rectitud de ideas y se posea alguna virtud moral: esto se debe al poder del Bautismo, a la huella que la Verdad católica ha dejado en los corazones, a las influencias que, sin querer, sufren las costumbres viviendo en una sociedad cristiana.

Ernesto Psichiari lo contrae todo al orgullo. “Se puede tener el deber de ensanchar la vida moral fuera de Dios. Tal es el caso de los estoicos y de los hugonotes. Pero entonces sobreviene el orgullo que todo lo estropea, y que es una mentira. Porque en las profundidades de nuestra conciencia vemos con toda claridad que la voz del orgullo tiene un dejo de falsía, y que la púrpura del orgullo es el vestido de la más espantosa miseria. Y al contrario, en JESUCRISTO el hombre desea alcanzar la elevación infinita, reconociendo al mismo tiempo su infinita bajeza. Y así se verifica, puesto que estamos en la libertad tanto como en la servidumbre”.

Jaime Solá Grané

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Noticias Cristianas

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