El texto que voy a transcribir tomado de san Basilio es aplicable a hoy día con las pequeñas variantes propias de cada tiempo. Dice. “En el Evangelio hay una palabra importuna, odiosa, insoportable. Es ésta: vende todo lo que tienes y dalo a los pobres…Conocéis las ruinas inmensas que dominan nuestra ciudad como un aglomerado de rocas artificiales. ¿En qué siglo fueron levantadas estas fortificaciones hoy desmanteladas? No lo sé. Pero sé que entonces había pobres aquí. Y que, en lugar de socorrerlos, los ricos preferían gastar su dinero en estas construcciones locas. Pero el tiempo ha soplado sobre esas piedras ciclópeas, las ha derribado, como juguetes de niño, y el dueño de esos palacios arruinados gime ahora en el infierno”.
Tengo la enorme suerte de que no estoy nunca convidado a casas de hombres ricos. San Basilio seguramente por su condición, tuvo que aceptar la invitación de hombres ricos, y esto escribe: “Cuando penetro en la casa de un rico opulento y sin entrañas, cuando contemplo la magnificencia del dorado y de los mármoles, pienso interiormente en la locura de ese hombre, que decora con tanto lujo los objetos inanimados y deja su alma abandonada. ¿Qué gusto puedes tener en contemplar tus sillas de marfil, tus mesas de plata, tus lechos de oro, cuando a tu puerta piden pan millares de hambrientos?”
No sé si hoy día hay este tipo de lujo en las mansiones de los ricos, pero sí es verdad que, mirando al exterior, uno ve piscinas y jardines. Seguramente hay un etcétera que no puedo enumerar porque nunca he entrado en una de ellas.
Y continúa el Santo: “Pero dirás: yo no puedo socorrer a tantos. Y yo te respondo: el anillo que llevas en el dedo con el rubí, el zafiro o el diamante que te enriquece, podría librar a veinte presos por deuda. Tu guardarropa bastaría para vestir a una tribu entera. Y sin embargo, te niegas a dar un óbolo a la indigencia. No lo olvides. El pan que tú no comes pertenece al que tiene hambre; el vestido que tú no usas, pertenece al que va desnudo; el dinero que tú malgastas, es oro del indigente”.