Escribiendo a los Efesios , dice san Pablo: “Las mujeres estén sometidas a sus propios maridos, como al Señor. Pues el varón es cabeza de la mujer: como también Cristo es cabeza de la Iglesia, cuerpo suyo, del cual Él es salvador. Mas así como la Iglesia se sujeta a Cristo, así también las mujeres a sus maridos en todo”. (Ef. 5, 22) Y el mismo Apóstol en la primera carta que escribió a los corintios, insiste en esta doctrina: “Quiero que sepáis que… la cabeza de la mujer es el varón…Pues que no fue creado el varón por causa de la mujer, sino la mujer por causa del varón” (1 Cor. 11,3,9)
No se trata de una preponderancia despótica, como advierte el mismo Apóstol en las cartas citadas: “Los varones amad a vuestras esposas, como también Cristo amó a la Iglesia y se entregó a sí mismo por ella…Así deben también los varones amar a sus esposas como a sus propios cuerpos. Quien ama a su esposa, a sí mismo se ama; porque nadie jamás aborreció a su propia carne” (Ef. 5, 25-30)
Y aclarando lo que dijo: que la mujer fue creada por causa del varón, añade: “Sin embargo, ni la mujer sin el varón, n i el varón sin la mujer. Porque como la mujer procede del varón, así también el varón por medio de la mujer. Y todas las cosas de Dios” (1 Cor. 11, 11-129
Claro está con este texto paulino que la sociedad actual, especialmente en Europa y América del Norte, nada tiene de cristiana. Se ha conseguido que vaya al revés: que el varón esté sujeto a la mujer. Dios nos dio por encima de todo la libertad. Si la sociedad actual quiere cambiar y rechazar la doctrina cristiana, Dios le ha dado libertad… Reconozco la honestidad de la sociedad actual que, al pregonar lo contraria de la fe cristiana, se confiesa abiertamente anticristiana. Pero los pocos cristianos que quedamos, tenemos la libertad y el derecho a manifestar, aunque sea en foros minúsculos y sin influencia alguna, que para nosotros sigue vigente la doctrina de Cristo.
Jaime Solá Grané