María me amará siempre, porque será siempre lo que denotan los nombres que le atribuye la Iglesia: Refugio de pecadores y Madre de Misericordia. ¿Qué significarían estos nombres si no hubiera pecadores ni miserables? Eres pecador y ¿temes por ello ser rechazado? ¡Cuán poco conoces a María! María es la Madre de Jesús, de aquel Jesús que vino a la tierra, no para los justos, sino para los pecadores como tú. María es la madre que proporcionó la misma sangre divina derramada por nuestros pecados. María ha sido proclamada dispensadora de sangre divina; ¿sobre quién derramará sino sobre los pecadores?
¿Eres pecador y temes por tus pecados ser rechazado? ¡Ignoras quién es María! María fue elevada la dignidad de Madre de Dios a causa de los pecadores. Dice san Anselmo: “Si esto es así, ¿cómo he de dejarme llevar del temor? ¿No tengo derecho a decirle: “Ten piedad de mí, Tú que me debes a mí tu dignidad?”
¿Eres pecador y temes ser rechazado? ¿Perteneces acaso a la clase de los que tienen voluntad obstinada de vivir en el pecado?. En este caso, no podría ciertamente inspirarte la confianza en María, que es abogada de los pecadores, no del pecado. Pero no perteneces a esa clase, puesto que acudes a María. Oye a san Bernardo, quien te asegura que María está dispuesta a socorrerte; Ella es la escala de los infelices pecadores, por lo cual los hace subir suavemente a Dios.
Ve a María sin temor; no hallarás ni en su Corazón ni en su rostro nada de austero ni terrible; es la dulzura misma, ofrece a todos el bálsamo que cura, el abrigo que preserva del frío. Recorre el Evangelio y si hallas en María el menor pensamiento que sepa a dureza, impaciencia o severidad, consiento en que titubees en acercarte a Ella. Pero no; María abre a todos el tesoro de su misericordia, a fin de que todos disfruten de sus gracias.
Mons. A. Sylvain