María es la voz que me llama(I)
Prometí el primer día de este Mes de Mayo acudir con asiduidad a ofrecer mis obsequios a María; el segundo día le prometí docilidad. Y María habló a mi corazón, me refirió su amor, me manifestó su poder, me dio a entender su misericordia. Habló María a mi inteligencia, me mostró entre sus virtudes sólo aquéllas que están más a mi alcance, y prometí se fiel en imitarla.
Hoy oigo su voz que me llama:
“Estoy complacida, hijo mío, de tus sentimientos de amor y confianza; estoy complacida de tu veneración; estoy complacida sobre todo de tus esfuerzos para imitar mis virtudes, pero tango algo más que pedirte: ¿Quieres ser mío de verdad y entregarte a mí para que te dé a Jesucristo? Enteramente, es decir, tu cuerpo con todos sus miembros y sentidos, de modo que sea dueña de fortalecerlos o debilitarlos; tu alma con sus facultades, para forzarlas en algún modo a no emplearse sino en el servicio de Dios; tus méritos, tus virtudes adquiridas, tus buenas obras, a fin de conservar de ellas, sin duda alguna para ti, la parte incomunicable, pero dejándome en libertad de disponer a mayor gloria de Dios de todo cuanto puede ser comunicado a los demás.
Uno de mis siervos, san Agustín, me ha llamado “molde vivo de Dios”; dijo con verdad que, puesto que dependía de mí el que se hiciese un Dios hombre, en mí sola puede el hombre hacerse Dios, en cuanto lo consienta, por la gracia de Dios, la naturaleza humana.
Reflexiona sobre este pensamiento, querido hijo, y desde este día, medita aquellas palabras de los santos: “Así como Dios no vino del Cielo a la tierra sino pasan do por María y entregándose todo a Ellas, así no irá el alma de la tierra al Cielo sin entregarse enteramente e María y pasando por María”.
Mons. A. Sylvain