María y los pobres
Sin duda, ¡oh María! Amabas mucho a los pobres. El amor a los pobres es señal, no solo de buen corazón, sino de un corazón poseído enteramente por Dios.
Pobres son aquellos a quienes, en primer lugar, les faltan los bienes necesarios a la vida. Con éstos partías todo aquello de que podías disponer; creías que disfrutar sola de un bien de que se puede hacer partícipes a otros, no es sino disfrutar a medias. ¡Cuántas veces rehusaste o de tu familia o de tus amigas una recompensa merecida o un presente ofrecido, pidiendo que se diese a los pobres!
¡Cuántas veces recogiste cuidadosa esas mil fruslerías que se pierden en una casa para constituir con ellas la parte de los pobres! ¡Cuántas veces solicitaste ser Tú misma, ¡oh querida madre mía! la distribuidora de las limosnas que se hacían!
¡Con cuánta bondad, con cuánta modestia ejecutarías estos actos de caridad, y juntamente con la limosna material, darías a los pobres la limosna espiritual de que tanto a veces necesitan!
¡Concédeme que me complazca en hacer limosna!. Hoy, a imitación tuya, me privaré de algo para darlo a los pobres.
Mons. A Sylvain