Lo certifican los Santos. Yo sólo menciono. En el adverbio MUCHO está el quid de la cuestión. A veces nos quejamos de que Jesús o la Virgen no escuchan nuestras peticiones.
Cuando en el año 1864 el Gobierno italiano decidió suprimir todas las Órdenes religiosas y apropiarse de sus bienes, Don Bosco desahogó su pensamiento ante sus sacerdotes y clérigos: Les dijo que si se rezaba MUCHO la nueva ley de supresión no sería llevada a cabo. Y así fue, tuvo que ser retirada
Si se rezase mucho habría también abundancia de milagros. En vez de preguntarnos ¿por qué ya no hay milagros?, deberíamos preguntarnos ¿por qué no rezamos más, mucho más?.
Dejemos para otra ocasión el hecho de que muchos dicen no creer en miagros porque no los ven. Ni queramos tildar a éstos de pretender que Dios haga su voluntad o su capricho, o sea, que estuviera a su servicio. No, no es esto. Al contrario, Jesús ha dado su palabra de hacer nuestra voluntad cuando lo que pedimos es un bien y con perseverancia insistimos. La perseverancia es la señal de la firmeza de la fe, necesaria para confiar en que Dios hará el milagro.
Pedir milagros…es agradable al Señor. Porque confiamos en su Palabra.
Conclusión: no seamos hipócritas ni timoratos. Podemos hacer los milagros que queramos. Basta rezar MUCHO.
Jaime Solá Grané