Artículo del día

SED DEL SAGRARIO

Mi santa madre murió a los 91 años, en el año 2000, pero a los 84 años me contó con toda sencillez, durante un viaje, una vivencia que me dejó profundamente impresionado.  Procuro transcribirla lo más fielmente posible. Me dijo:

“Cuando yo tenía unos 11 años, trabajaba en una fábrica textil de Navarcles. Era verano. Me tocaba trabajar el turno de noche. Yo me había propuesto comulgar los Primeros Viernes de mes. Había comido algo mientras vigilaba los telares, antes de las 12 dela noche, pues a partir de esa hora empezaba el ayuno eucarístico que entonces era muy riguroso: si se quería comulgar no se podía tomar nada después de las 12,  ni siquiera agua. El calor y el ruido de las máquinas hacían más deseable el agua. Siempre teníamos botijos cerca. Aguanté la sed hasta la mañana y a loa hora de la Misa corrí a los Iglesia, casi sin poder hablar de tanta sed…A lado de la entrada del Templo había una fuente. Pensé: “Oh, ¡cómo beberé cuando salga!” Comulgué, estuve un largo rato dando gracias a Jesús. Al salir vi la fuente. Incomprensiblemente, ya no tenía sed.”

Si una niña hace esto por amor a Jesús… puedo afirmar que aún hay personas que después del trabajo duro del día  se acercan a Jesús encerrado y solitario en el Sagrario, y de alguna forma le dicen: “Antes de ir a casa…y aunque esté cansado y no te rece oraciones…aunque no haga nada, te hago compañía”.

Jaime Solá Grané

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Noticias Cristianas

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