Desde el inicio de su pontificado, el Papa Francisco, a diferencia de sus antecesores, se ha mostrado, al parecer de muchos católicos, más amigos y afable con los enemigos declarados de la Iglesia que con los que la conforman.
Pero esta visión puede ser errada. . Creo que el Papa quiere como Cristo “dejar las noventa y nueve ovejas” y correr tras la descarriada., o más claro aun, cuando afirmó que había venido para salvar a los pecadores.
El Papa Francisco accedió a la Silla de Pedro en momentos históricos graves. Podía hacer una de estas dos cosas: recluirse y rezar o lanzarse a la conquista del enemigo. Adoptó el consejo del querido Papa Pío IX cuando el Padre Ludovico de Casoria , le preguntó en el 1860, tiempos también muy difíciles para la Iglesia.
-. Beatísimo Padre, viene la revolución. ¿Qué debo hacer? ¿Encerrarme en la celda a rezar o lanzarme en medio del fuego a trabajar? Ellos querían servirse de nosotros para hacer el mal- ¿Podemos servirnos nosotros de ellos para hacer el bien?
Pío IX inflamado por el celo divino, le respondió:
-. Vuelve, hijo de San Francisco, a Nápoles; sal de la celda y échate, como tú dices, en medio del fuego a trabajar; sírvete de los mismos enemigos para hacer el bien y ganarás méritos ante Dios.
El Papa no es masón aunque trate con masones; no es comunista aunque éstos le llamen “camarada”; no es de izquierda o de extrema izquierdas aunque abrace y seas muy afable con dictadores de extrema izquierda, corruptos, etc… Sigue el gran consejo de su antecesor Pío IX , de servirse de los mismos enemigos para hacer el bien y ganar sus almas, como, aplicando el mismo principio, San Juan Bosco pudo hacer tanto bien a los enemigos de la Iglesia.
Jaime Solá Grané