Artículo del día

JUEVES SANTO (2)

Sigue F. Mauriac en su admirable libro JUEVES SANTO:

“La Eucaristía, como la Cruz,  tan pronto como fue anunciada, divide los espíritus: piedra de toque  de la fe en el hombre y de su amor por Cristo. Jesús seguiría con los ojos a los que se alejaban, no solo a aquellos pobres judíos de duro corazón, sino con ellos, todos aquellos que habían de escandalizarse de aquel misterio en el transcurso de los tiempos y entre todos, el rebaño  más compacto, el que Calvino se llevaría lejos de la fuente de agua viva… y distinguía los filósofos y sabios que no creen sino en lo que ven; los burlones, los blasfemos que, siglo tras siglo, se lanzarán sobre la pequeña Hostia muda, sobre el Cordero que no se defenderá; desde los judíos de la viejas historias, obsesionados por ensuciar las sagradas especies, desde el rey de la guerra de los Treinta  Años que las dio a comer a sus caballos, hasta las señoras de la alta sociedad que en primavera de 1930, en París, ponían por las nubes aquella película en que el Santo Sacramento era arrastrado por el barro”.

Parece que Mauriac se lamenta de que el Secreto del Jueves Santo haya sido descubierto por pocos.  “Parece que tras diecinueve siglos de una glorificación desoída, la pequeña Hostia, por la cual han surgido tantas catedrales, que descansa en miles de pechos y que encuentra tabernáculo y adoradores hasta en el más apartado desierto, parece como si la Hostia triunfante  de Lourdes y de los Congresos de Chicago y de Cartago, siga tan desconocida, tan secreta como cuando apareció por primera vez en  el cenáculo de Jerusalén… El secreto del Jueves Santo sigue impenetrable para los que se hallan fuera. Es preciso haber sido incorporado, formar parte de la viña, contar entre los sarmientos. ¿Por qué  unas muchachas jóvenes consienten en llevar la vida crucificada de las Carmelitas o de las Clarisas? Es el misterio del Jueves Santo…”

“El secreto del Jueves Santo fue llevado por Cristo durante los años de su vida mortal: un hombre, como nosotros, de carne y huesos, pero que, siendo Dios, conoce su destino y sabe hacia donde camina… Desde su primer milagro en Caná, tiene sin duda presente en su corazón el secreto de la Eucaristía. Cambiar el agua en vino; realiza aquel cambio a la vista de todos. El agua se convierte en vino, el vino se transformará en sangre.

Este secreto, ¡qué difícil sería de manifestarlo, si no fuera Dios! No solo el pan y el vino se convertirán en carne y sangre suya, sino que es preciso que este alimento pueda ser distribuido a todos aquellos que tienen hambre y sed;  que nunca falte, y que todos queden saciados. Las dos multiplicaciones de panes vienen una tras la otra para testimoniar  también sobre esto la omnipotencia de Cristo.  Una vez multiplicados los panes, se atreverá a pronunciar las primeras palabras relativas al misterio del Jueves Santo.”

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Noticias Cristianas

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