Artículo del día

JUEVES SANTO (1)

Dios se valió de la inocencia de una niña, Juana Francisca Frémiot de Chantal, que contando sólo cinco años dejó avergonzado, refutándole sabia y valientemente, a un hereje que bromeaba en contra de la verdad de la presencia real del Cuerpo de Cristo en la Eucaristía. Nosotros, este Jueves Santo transmitiremos textos de un católico, el gran escritor francés  François Mauriac  quien, siendo tan importante, no se avergonzaba de ser niño ante la Eucaristía. Escribía en su libro JUEVES SANTO

“Revivir en espíritu aquel minuto de la historia  del mundo en el cual un trozo de pan es roto en medio de un gran silencio, bastando unas palabras para sellar la nueva alianza del Creador con su criatura. Ya en el pensamiento de quien las pronuncia, miles de millones se inclinan sobre el cáliz, miles de vírgenes velan ante el tabernáculo; legiones de siervas de los pobres comen este Pan cada día, prenda de su sacrificio cotidiano; y en filas indefinidas, los niños de todas las primeras comuniones, abren sus labios que aún no han manchado; y en el pensamiento del Salvador, una multitud inmensa de impúdicos, de asesinos, de prostitutas recuperan, al contacto de esta Hostia, la pureza de sus primeros años. Y la Hostia los vuelve a hacer parecidos a los niños”.

Una sola vez, durante su vida pública, Jesús había anunciado que su Carne sería verdadera comida. Recordaba cuántas almas se habían alejado de Él aquel día.  Había dicho: “Yo soy el Pan de vida; el que viene a Mí no tendrá más hambre, y el que cree en Mí no tendrá más sed”.

Prosigue Mauriac: “Ya los judíos, furiosos, murmuran por qué ha osado decir que era el Pan vivo, él, aquel hombre, el hijo de José, del cual todos conocen el padre y la madre.  Todo ocurre entonces como si el Cristo, viendo que no había otro modo de tratarlos, librase de súbito su secreto y lanzase a la razón  humana un reto inimaginable: “Yo soy el Pan de vida. Vuestros padres comieron el maná en el desierto y murieron.  Yo soy el Pan bajado del Cielo, para que quien coma de él no muera.  Yo soy el Pan bajado del Cielo. Si alguno come de este Pan vivirá eternamente; y el Pan que Yo os daré, es m i carne, para la salvación del mundo”.  De verdad, de verdad os lo digo, que si no coméis la carne del Hijo del Hombre y no bebéis su sangre, no tendréis la vida en vosotros. Aquel que come mi carne y bebe mi sangre tiene la vida eterna, y Yo lo resucitaré en el último día”.

Desde este momento, nos dice el Evangelio, muchos discípulos se retiraron y no fueron más con Él.

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Noticias Cristianas

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