La Lógica es la primera y más fundamental de las asignaturas de Filosofía. Y precisamente los políticos y gobiernos que quieren suprimir la enseñanza de la Filosofía son extremadamente lógicos. Quieren suprimirla porque les molesta. Buscar la última razón de las cosas es esencialmente buscar la verdad, que muchas veces se presenta al hombre envuelta en inmensas nubes de mentiras y de falsas apariencias. El hombre que busca la verdad forzosamente molesta a los gobernantes y políticos.
Claro que estoy refiriéndome a la Filosofía escolástica; no a los desvaríos propios de la falsedad. Se me argüirá que la Escolástica hace años y años que ya no se enseña. Quizá esta es la razón por la que los políticos y gobernantes aprecian tanto las apariencias y mentiras.
La verdadera Filosofía siempre choca con la Política, aunque ésta se revista a veces de apariencias filosóficas. La mentira, bajo el manto del relativismo, del “todo es según el cristal con que se mira”, ha sido asumida en general por la clase política. La Filosofía, al buscar la última causa, forma personas capaces de disentir de la mentira generalizada. Especialmente en los regímenes democráticos, es necesario crear hombres aborregados para que nadie se atreva a ser diferente y tontamente, por mayoría, puedan ser electores del más corrupto, presentado bajo el manto de la honradez. La Filosofía es un gran apoyo para ser diferente, para pensar con la propia cabeza y no dejarse llevar por la corriente de la propaganda de los que tienen el poder y el dinero.
¿A alguien puede extrañar que la clase política quiera quitar la enseñanza de la Filosofía? El ciudadano ya no necesita pensar: basta y sobra que, cuando quieran los políticos, vote a los políticos que los mismos políticos le dicen.
Termino con una última reflexión sobre España. ¿Quiénes son los únicos que no temen a los políticos y se esfuerzan para defender la verdad? Los que en la universidad estudiaron Filosofía, los jueces. Aunque no fuera la escolástica al menos les hizo valorar su pensamiento. No sé si, por desgracia, se puede decir lo mismo de los fiscales y jueces que han ejercido de políticos, como gobernantes.
Jaime Solá Grané