El Evangelio del tercer domingo de Cuaresma es claro. Cuando cuentan a Jesús que Pilato ha matado a galileos mientras ofrecían sacrificios, Él les contestó: “¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que los demás galileos porque acabaron así? Os digo que no; y si no os convertís, todos pereceréis lo mismo. Y aquellos dieciocho que murieron aplastados por la torre de Siloé, ¿pensáis que eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? Os digo que no. Y si no os convertís, todos pereceréis de la misma manera”.
Es palabra del Hijo de Dios.
Cuanto sufren los ucranianos, unos hasta la muerte, otros desplazados para salvar la vida, otros sufriendo el asedio y los dolores propios de la guerra, no es porque en su vida social fueran ante Dios más culpables que los españoles, los franceses, los italianos etc… Es muy posible que llevaran incluso una vida más conforme a la voluntad divina que los nacidos en estas naciones de Occidente. Se ha comprobado que la Guerra Civil española no sirvió de nada como ejemplo a no imitar, pues apenas terminada empezó la Segunda Guerra Mundial.
“Si no os convertís, todos pereceréis de la misma manera”. Por desgracia, es de temer que el aviso del Señor no sirva para que los gobernantes de este Occidente y los hombres que lo habitamos, cambiemos de vida. ¿Evitaremos la tragedia si no eliminamos la causa?
Jaime Solá Grané