Artículo del día

RECEMOS PARA QUE DIOS PURIFIQUE A SU IGLESIA

Poder, sexo y riqueza… se añaden a la gula,  las grandes lacras de la Iglesia.

Empecemos por  la riqueza.  Si León XIII escribía en la Rerum  Novarum: “Ha de llegar el día en que  los ricos darán ante el Tribunal de Dios severísima cuenta  del uso que han hecho de sus riquezas”, ¿qué escribiría hoy de los escándalos financieros  con millones de pérdidas para la Iglesia y que, razonablemente, ha causado tan gran desconfianza entre los fieles que han disminuido notablemente los donativos? Aplíquese, pues, a la Iglesia antes que A LOS RICOS DEL MUNDO, la doctrina de León XIII.

¿Es posible una Iglesia “pobre de verdad” con un Vaticano rico? No bastan los signos, como acoger algunos “sin techo”. Falta AUSTERIDAD. Las auténticas abstinencias, el verdadero ayuno no es dejar de comer carne para tomar exquisitos y selectos pescados, sino renunciar al lujo demoníaco de los palacios hasta alcanzar a conseguir la  renuncia de lo superfluo… ¿Quién lo practica en el Vaticano? En el mejor de los casos, la satisfacción delos caprichitos…dulces, música profana, licores etc…

Si la riqueza causa estragos, ¿qué diremos de la inversión sexual?

En el Misal del Concilio Vaticano II en la misa de la vigésima octava semana del tiempo ordinario, se marginó la enseñanza de san Pablo contenida en la Carta a los Romanos 1- 24/32 respecto al sexo invertido. Parece que el sexo, en sus múltiples desviaciones, ha tenido entrada en la Iglesia.  Es más necesaria que nunca la purificación. No podemos pretender que el Señor siga contento con las oraciones cuando sus mismos ministros practican el más sórdido sexo.

¿Para qué seguir con los otros pecados capitales, especialmente la soberbia del poder?

Jaime Solá Grané

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Noticias Cristianas

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