En el librito que publicó NC titulado EL TRIUNFO DE LOS PERDEDORES nos preguntábamos por qué el Señor no hace milagros al estilo de los que hacía durante su vida terrena. “Creo que Dios complace con milagros a las almas puras que se han entregado totalmente, como Bosco, el Cura de Ars, Claret, Teresa de Lisieux…(…) los reserva para los “puros”, los que le son y han sido absolutamente fieles”
Mejor lo explica el P. Chaignon: “Una alma pura y libre de todo remordimiento, está en íntima unión con Dios: todo lo puede esperar de Él. El que está en el Corazón de Dios participa, por decirlo así, de su poder.” Y pone el ejemplo de Santa Escolástica que “quiere prolongar toda la noche un coloquio (con su hermano Benito) que tanto aumenta su fervor; si para ello es menester un milagro, ¡con qué candor lo demanda! ¡con qué facilidad lo obtiene! Reclina la cabeza sobre la mesa bañándola con sus lágrimas, y cuando la levanta, cae la lluvia con tanta abundancia que impide a san Benito salir de casa. “ Benito le reprocha la infracción de la disciplina religiosa cuya causa ha sido ella y le dice: “Que Dios te lo perdone, hermana mía: ¿qué es lo que has hecho?”
¡Encantadora respuesta de Escolástica: “A la verdad, hermano, tú eres bueno; perto Dios es mejor que tú. Te pedí que te quedaras y lo rehusaste. He recurrido a Dios y me ha escuchado. Márchate ahora si puedes.”
Termina el P. Chaignon: “Pero, ¿cómo, tímida virgen, osasteis resistir a un hermano a quien oíais como a un oráculo? ¿quién os dijo que había una cosa mejor que su austera exactitud en la observancia de una regla que él había dado y que debía sostener con su ejemplo? ¡Oh, cuántas luces se encuentran en un alma pura; y qué influencia ejerce sobre el Corazón de Dios!
El poder de la inocencia consigue el milagro.
Jaime Solá Grané