En su día encabezamos el folleto EL TRIUNFO DE LOS PERDEDORES con la frase que sirve de título al artículo. Ya san José María Rubio escribió: “El Corazón Divino dice: “Mi amor reina en el sufrimiento”.
Vamos a seguir a Beaudenom que escribe: “El sufrimiento es la CONDICIÓN de nuestra triste humanidad. Como todos los hombres son solidarios, la expiación, que para los culpables es un deber de JUSTICIA, para los inocentes viene a ser un deber de amor fraterno, y son éstos los que lo aceptan y cumplen de una manera más generosa y más fecunda. Sin las expiaciones de las almas generosas, estaría muy lejos la gloria de Dios, de recibir las reparaciones que tiene derecho a esperar… Por otra parte, la vida es un tiempo de PRUEBA y la tierra un lugar de destierro. Es necesario que el alma piadosa sienta este exilio. La prueba ayuda y a menudo hasta obliga a ser humilde. En la aflicción levantamos los ojos a Aquel del que nos olvidamos cuando todo va bien.
Entonces el Calvario se ofrece como un refugio y su visión suscita en las almas generosas aquella heroica disposición que el mundo no comprenderá nunca: el amor a las cruces”.
Jaime Solá