Voy a contarle al que crea que estar en el Cielo “sin hacer nada” va a ser un aburrimiento, la historia de fray Pedro, monje de San Benito, que un día se perdió en el bosque. Incapaz de encontrar el camino de regreso al monasterio, se puso a rezar con tanta devoción que Dios le dejó escuchar los cantos de los ángeles y ver el Cielo.
Cuando volvió en sí el fraile pensó: “ha pasado una horita”. Encontró el camino y llegó al convento. Llamó. “¿Quién sois vos?” preguntó el portero. “Fray Pedro”. “No os había visto nunca”. Fray Pedro tampoco reconoció al portero; pidió por el abad. Cuando apareció, Fray Pedro se restregó los ojos; era completamente diferente del que lo había despedido.
“Padre abad, dijo el buen Pedro, yo no sé si sueño o me he vuelto loco. Pedí permiso al abad Macario para ir a pasear, perdí el camino, me puse a rezar y Dios me ha permitido estar un ratito en el Cielo a los ,pies de la Virgen María…¡Jamás me habría movido de allí!. Pero cuando regreso aquí lo encuentro todo cambiado. Ni el portero es Fray Andrés ni vos sois el abad Macario…
Fray Pedro se puso a llorar. “No llores, hijo mío, le dijo el Abad. Tú crees que has pasado una hora en el Cielo y han pasado cien años.”
Toda la Comunidad de monjes comprendió que en el Cielo se estaba tan bien que cien años eran como una hora.