Artículo del día

EL SAGRARIO

Creo y ojalá me equivoque, que cada vez son más los sacerdotes que no creen en el milagro que se produce en la Santa Misa en la Consagración. ¿Creen en verdad que se operado la transubstanciación, que la sustancia del pan y del vino se ha convertido en el Cuerpo y Sangre de Jesucristo, por medio de sus palabras?

¡Qué diferentes serían si lo creyeran de verdad! Pero ¡se han acostumbrado tanto a “decir” la misa! Y como vivimos en la época del abrazo, (hoy abrazo de corazón; antes de la pandemia, abrazo real), repartimos la Santa Hostia a todos como signo de amistad. COMO SIGNO…ahí está el drama.

Pero, por contra, cada vez son más y más los laicos católicos que adoran la Santa Hostia porque  es Jesucristo con su cuerpo, alma y divinidad. He comprobado que en las adoraciones al Santísimo, e incluso ante el Sagrario cerrado, permanecen laicos horas y horas…Rara vez se ve algún sacerdote. Que nadie se escandalice. Esta es la verdad, aunque luego se hable de que “tienen mucho trabajo”, que “tienen presencia real todo el día”, que “hay mil maneras de estar siempre en presencia de Dios adorándole” etc…

Debemos decir claramente que Jesús mora en el Sagrario. El Sagrario es su casa. Muy cerca de la nuestra. Porque quiere que se pueda acudir a Ël que está tan cerca, ante  cualquier problema, disgusto, o tristeza.

Escribe Chaignon: “Desde hace veinte siglos  la Eucaristía es en el mundo espiritual de la Iglesia lo que el sol en el mundo físico: ilumina, da calor, fecundiza…¡Cuántas ilusiones ha disipado este divino Sol!…¡Cuántas virtudes ha hecho germinar en las almas!¡Cuántos nobles sacrificios ha inspirado principalmente a los hombres apostólicos!. Nosotros somos en cierto modo más favorecidos que los que vieron y conocieron al Salvador en su vida mortal, porque aquéllos le poseían entonces  en su estado de flaqueza y debilidad, y nosotros ahora le tenemos junto a nosotros en su estado de gloria. No se hallaba entre ellos sino de tiempo en tiempo, porque dejaba un punto, un lugar o población para pasar a otro;  pero a nosotros no nos deja nunca; podemos gozar de su presencia tantas veces y por tanto tiempo como quisiéramos”.

Jaime Solá Grané

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Noticias Cristianas

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