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DEJAR PADRE, MADRE…SER MISIONERO

Daniel Comboni, el gran misionero de Nigeria, después de haber estado en Roma con el Papa Pío IX  para presentarle su proyecto para la regeneración de África, de viaje a París, pasó por Turín y se hospedó en el Oratorio de Don Bosco. Despertó gran entusiasmo en los jovencitos , que le escuchaban maravillados al hablarles de sus misiones y sentían nacer en su corazón grandísimos deseos de acompañarle.

Encontró un sacerdote que estaba conmovido con lo que les había contado la primera noche, y como le halló bien dispuesto, le invitó a partir con él a África. Aquel religiosos, sin desconcertarse, le dijo:

-. Mire, Padre, si mi Superior me lo permite, yo tomo el breviario y su bendición y marcho en seguida.

-. Pero ¿no tiene nadie más en quién pensar?

-. Tengo padre, madre y una hermana; pero si fuera a decirles que me voy a las m isiones, encontraría mil dificultades. Salir enseguida, sería mejor.

El Superior no le dio permiso, pero el buen misionero retuvo en la memoria la pronta resolución de aquel sacerdote y la recordaba a menudo como un título de honor, augurando mucho bien para la obra del Oratorio de Don Bosco, que tenía tales hijos; cuanbdo supo después que aquel sacerdote había ido a América, dijo muchas veces: “Oh, si le hubiese podido tener conmigo, ¡cuánto bien habría hecho!”

J.B. Lemoyne

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Noticias Cristianas

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