Artículo del día

CUARESMA, SUFRIR PARA LA REPARACIÓN DE LOS PECADOS

Ahora que tanto se reza para que Dios se apiade y se detenga la guerra, es conveniente meditar que las guerras y desastres que ocurren en la Tierra son efecto de una causa por la que apenas nadie reza ni llora: la causa de todo mal es la ofensa que hacemos a Dios con nuestros pecados voluntarios. Vivimos en medio de estructuras de pecado, de mal, y pedimos a Dios que tenga misericordia y no nos castigue con los efectos del mal de cada día, por ejemplo el aborto diario en todos los países.

En realidad, debemos pedir la gracia de no pecar, de no ofender a Dios. Evitada la causa, no sufriremos los efectos.

Pero, para esto es necesaria la conversión, la metanoia, el cambio de vida. Los niños de Fátima habían visto el Infierno, -muchísimo peor que mil guerras- y Jacinta le decía a Lucía: “Dí a la Señora que muestre el Infierno a toda esa gente. ¡Ya verías cómo se convertirían! Son tantos los que van al Infierno…”

Y se sacrificaban para la reparación de los pecados y por la conversión de los pecadores. Para no alargar el artículo citaré un solo ejemplo de los muchos sacrificios que hacían los niños de Fátima.  “Es uno de los días más calurosos de verano. No pueden resistir la sed. Al fin, Lucía se acerca a una cabaña y regresa con una garrafa de agua.  “No quiero beber, dice Francisco. Quiero sufrir esto por la conversión de los pecadores” “Bebe tú, Jacinta”, dice Lucía. “También yo quiero hacer penitencia”, responde Jacinta. Y Lucía vierte el agua en las concavidades de las piedras y da de beber a las ovejas.  Las cigarras, los grillos y las ranas de la laguna cercana forman un coro monótono, hiriente. “Ve a decir a las ranas y a los grillos que se callen. ¿Me duele la cabeza! No puedo más…” Su hermano Francisco le pregunta: “Jacinta, ¿no quieres sufrir esto por los pecadores?”. “Sí quiero…¡dejadlas cantar!”

Y como los videntes de Fátima, ¡cuántos sacrificios y oraciones encontraríamos en conventos de clausura para que los hombres dejemos de pecar! Pero… como diría hoy  Jesús con la cruz a cuestas, a las mujeres que lloraban al verlo subir al Calvario:  “No lloréis por las guerras, llorad por vosotros y por vuestros hijos.”

Jaime Solá Grané

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Noticias Cristianas

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