Dice el Salmo: “Emprendí la fuga y me alejé de las pompas y vanidades del mundo: he ahí que la soledad será mi morada”. Dice san Lorenzo Justiniano que el buscar la soledad con ardor, y perseverar en ella con constancia es el medio más eficaz para aprovechar en la oración y en la vida interior. En efecto, si para conversar con Dios es necesario tener el espíritu tranquilo, la soledad es un puerto bonancible. Si es preciso tener un corazón puro para acercarse al centro de la misma pureza, como dice el libro de la Sabiduría, la soledad es la tumba de las pasiones que nos esclavizan; ella nos inicia en cierto modo en la vida de los ángeles. Si para orar bien es necesaria la gracia ¿dónde la podremos ir a buscar tan abundante como en la soledad, pues que ella es el lugar que el Espíritu Santo nos señala cuando quiere hablarnos al corazón, como dice el profeta Oseas? ¿Queréis saber, dice el Padre Nouet, porqué Dios no os hace más frecuentes y familiares visitas? Porque os encuentra en el mundo, o porque encuentra el mundo en vos. Le gusta hablar en secreto y casi nunca os encuentra solo.
- P. Chaignon