Meditación del día

31 de diciembre – Meditación del día

La Sagrada Familia: Jesús, María y José

Ss. Silvestre I p; Sabiniano, Potenciano (Prudenciano), Cpolumba, Donata, Paulina, Rogata, Dominanda (Nominanda), Zótico, Donato, Saturnino, Celestino, mrs; Mario, Eustasio obs; Erico, Pedro abs; Hermetes exorcista.

Introito

Madre de los llamados a la vida de la gracia, de los justificados, y de aquellos a quienes es concedido el perseverar: su amor fecundo es un instrumento universal de cuanto obra la gracia en la criatura (Bossuet).

Astro de luz verdadera, resplandeciente estrella del mar; en su seno guarda el fruto de vida, y lo que conduce su mano llega seguramente al cielo (Liturgia eclesiástica antigua).

Realidad elevadísima que descendió del cielo trayendo consigo nuevos siglos y más perfectas edades; atajados fueron por ella los pasos que daba la edad de hierro, y comenzó al punto la edad de oro (Antigua Liturgia eclesiástica).

Alegre anuncio de una era nueva; su renuevo nos dice la vecindad de la primavera, y los ángeles entonan himnos a la Hija de David que ha de engendrar al Hijo de Dios (Liturgia armenia).

¡Oh María! Todo cuanto viene dicho y encarecido en este libro, y mucho más, hay en Vos, sin lo que está escondido, y Vos y Dios solo saben que nosotros no sólo no hablarlo, pero ni aun imaginarlo podemos (Ab. Ruperto).

Meditación: MI CABEZA ESTÁ CUBIERTA DE ROCÍO

Mi alma debe ser para él una mansión de recogimiento, en la que como en los santuarios no se camine sino de puntillas; en la que, como junto a los que duermen, no se permite hablar sino en voz baja. El motivo del recogimiento – y el mejor método para adquirirlo- es ese respeto soberano y lleno de amor que debemos tributar a Dios, que mora en nosotros. Así pues, el recogimiento es como un acto de fe, y el Espíritu de Jesús es el que debe infundirle en nuestras almas. Recogimiento hecho de silencio y de espera; porque no se le vela como a un muerto, sino como a un resucitado glorioso; se le vela, con el corazón inflamado de deseos, sabiendo que es el vencedor de toda clase de tinieblas, y que su aurora es como un mediodía, y que a su hora, cuando él lo disponga, se despertará de súbito de su aparente y pasajera inmovilidad; y entonces elevarán a Él todos los ojos… y también los que le traspasaron. Recogimiento hecho de silencio y de espera, y de amor, que adora y da gracias. El recogimiento es un homenaje y un perfume silencioso. Me es difícil porque mi alma se halla todavía llena de cuidados extraños y ensordecedores, de afectos clandestinos, de sentimientos vulgares. Todos mis amores deberían polarizarse y confundirse en uno solo, pero me hallo desparramado en una especie de anarquía interior, y a causa de mi confusión y de mi desorden, le es imposible hallar en mí ese sueño sosegado y tranquilo.

Y sin embargo, Dios mío, no soy indiferente a tus deseos, ni me siento inerte y frío ante tus requerimientos; quisiera la eterna bendición de aquellos que, al verte sin abrigo, te abrieron la puerta y te dieron hospedaje. Porque al recogerte nos encontramos a nosotros mismos, y el reposo que te otorgamos penetra en nosotros como por contagio, se nos devuelve como en recompensa. Y cuando puedes dormir en paz dentro de nosotros, hasta nuestra misma pobre cabeza puede también calmarse, y dejar que huyan sus desconfianzas… todo su interior se llena de paz.

Señor, sabes muy bien que todas las buenas disposiciones iniciales proceden siempre de ti y que sin tu ayuda nunca llegaríamos a agradarte. Acoge a mi alma, que tiene deseos de recibirte, y ambos permaneceremos el uno en el otro, prisioneros de un mismo amor divino, el que tú me tienes y el que me inspira tu gracia.

Haz que, fuera de ti, no abrigue deseo alguno: haz que siempre te prefiera a ti más que a todos tus dones; y si te place callarte en mí, o permanecer inmóvil largo tiempo, concédeme el suficiente espíritu de fe para aceptar tu modo de obrar y para alegrarme de él ad diem aeternum, hasta que llegue el día de la eternidad.

Oración

No bastaron, ¡oh inmaculada Virgen! para cantar las glorias de tu nombre, ni para declarar las perfecciones de tu vida los siglos pasados y los porvenir, las lenguas de todos los hombres y las de los ángeles, los entendimientos más agudos y penetrantes de las criaturas terrenas, y lo más llenos de inefable claridad de los moradores del cielo; por lo cual deja que ponga ahora fin a mis palabras, no satisfecho de haber logrado mi empeño, mas sí corrido de mi temeridad. Pero tú, Señora, no dejes de acordarte de este tu servidor humildísimo y ruin, ni de tener siempre extendida tu mano protectora sobre el pueblo todo cristiano, levantándole en su esperanza, robusteciéndole en su fe, reduciendo a fuerte y amorosa unidad las Iglesias todas, corrigiendo los desvaríos de los poderes de la tierra cuando se apartan de su único fin, abriendo sobre el mundo los tesoros de tu paz, librando a tu pueblo de las asechanzas de sus enemigos y encaminándolo al suspirado puerto de la eterna ventura. ¿A quién si no es a ti, acudiremos con nuestras necesidades, para que recibidas por tu mano piadosa, como única flor que podemos ofrecerte en esta nuestra miserable condición, logren remedio del Altísimo? Grandes cosas se oyen de ti en Israel y no se cansa tu brazo de obrar gallardías; por lo cual es enaltecido con gloria tu nombre, y los ángeles y los hombres y las generaciones todas en años y en siglos de siglos te llamarán bienaventurada (S. Germán).

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