Artículo del día Para vivir feliz

TRES DESEOS

Decid valerosamente:

Preciso es que haga felices a los que amo;
lo quiero, lo puedo, hoy mismo empezaré;
y si bajo la impresión de este deseo, y comprendien­do que nada podéis sin el apoyo, sin la ayuda, sin la di­rección de Dios, vais sencillamente a ofreceros a Él, no tardaréis en advertir que, para poner manos a la obra, se llena de fortaleza vuestro corazón y de confianza en el éxito.

Instruid, aconsejad, consolad, realzad, infundid nueva vida, alegrad.

¡Dios mío, amad por conducto de mi corazón!

Y que de este corazón, en el que reináis como único dueño, se desborde para todos los mío un afecto, que irradie como la luz, que ilumine sin molestar, sin fatigar, sin deslumbrar, sin tan sólo hacerse notar;

que se difunda como el calor, insinuándose con deli­cadeza, dando a los miembros más flexibilidad, más serenidad al rostro, más vida al alma, y al conjunto de la vida, más actividad; que disipe, como el soplo ligero de la primavera, la

tristeza que oprime a las almas, las nubes que nublan la frente, la falta de expansión que detiene el sacrificio.

¡Dios mío, trabajad por medio de mis manos!

Y que en tomo mío, sin precipitación, sin molestias, ponga orden en todo, repare con delicadeza un olvido,

me preste a todo y a todos para ayudar y aligerar un trabajo penoso, para rehacer, sin humillar, lo que ha sido mal hecho, para tomar a mi cargo todo el trabajo, dejando a los demás la satisfacción de haber trabajado bien, y aun la gloria de haberlo hecho bien.

¡Dios mío, dirigid, iluminad, fortaleced a los míos con mi ejemplo y con mi vida entera!

Sea yo como un cristal muy puro, por medio del cual os mostréis Vos, oh Jesús mío y penetréis las almas, las inteligencias, los corazones y los inspiréis.

Y sin que yo mismo lo advierta, poned en mis labios: la sonrisa que expansiona, la  palabra que alegra, la dulzura que serena, el consejo práctico que asegura el éxito.

Poned en el conjunto de mi exterior: la solicitud que abre los corazones, la habilidad que viene en su ayuda, el impulso que reanima, el buen natural que aleja el temor, la abnegación que atrae y hace pedir un favor sin te­mor alguno.

Mons. A. Sylvain

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Noticias Cristianas

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