Muchas veces se identifica penitencia con ayunos y abstinencias. Pero en una sociedad como la europea, una buena penitencia es aceptar las incomodidades e incluso las injusticias que la relación humana conlleva. Y la mejor predicación es el ejemplo.
Parece que se acercan tiempos duros, durísimos y las autoridades deben ser las primeras en enseñar con el ejemplo. Como hizo Jesús, autoridad suprema, que pasó la vida en medio de sacrificios, a pesar de ser el Hijo de Dios encarnado. Él no tenía ninguna necesidad de suplicar ni de hacer penitencia, pero quería dar ejemplo. ¡Qué ejemplo tan grande sería que los gobernantes y políticos en especial, fueran austeros! Por desgracia la realidad es muy otra.
Los católicos tenemos que rezar, ¡claro!, pedir misericordia a Dios por nuestros pecados, pero en especial tendríamos que pedir al Señor que nos cambie el corazón. Que Europa va muy mal, encabezada por sus gobernantes, es cierto, pero ¿qué lágrimas derramamos nosotros por tantos pecados que se cometen? Europa está ciega y endurecida pero ¿lloran, hacen penitencia, los sacerdotes por la pérdida de tantas almas, por la iniquidad que lo anega todo, por la fe que se apaga, por los escándalos que se multiplican?
Que por lo menos se dé ejemplo de que aceptan las molestias de cada día con afabilidad, para que todos los hombres que las tenemos que sufrir, veamos en ellas el instrumento de Dios para el perdón de los pecados.
Jaime Solá Grané.