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LA ESPERANZA ESTÁ EN LOS VIEJOS

Un amigo mío y vecino, Luis, tiene 97 años y va a misa cada día. Se le podría aplicar más que a ningún cura, viejo o joven, aquello que los sacerdotes hace décadas salmodiaban al empezar la santa Misa: “Introibo ad altare Dei, ad Deum qui laetificat iuventutem meam”. Hoy que está en el orden del día que los jóvenes estén cansados y asqueados, hay viejos con espíritu mil veces más animoso que el de los jóvenes.

Últimamente se ha reanimado el culto de la Adoración perpetua, y mucho la diurna.  Pues, lo siento, en los turnos abundan los viejos. Los que lo miran todo con ojos humanos, o sea sin esperanza, dicen: “esos viejos irán muriendo, y no quedará nada”. Es lógico que el que no cree en Dios, y menos en la gracia divina, piense que las oraciones de los viejos no sirven para nada. Son los que  piensan en la rentabilidad económica. Pero, estos jóvenes “emprendedores” que lo cifran todo en la economía, en realidad los ve uno haciendo oposiciones para tener un buen sueldo como funcionarios de Hacienda, Judicatura, o de profesiones liberales sin temor a no  llegar a final de mes, como notarías, registradores etc… ¿Saben Vdes. que la S.A. más importante que opera en España es la llamada “FUNCIONARIO PUBLICO , S.A.” con casi  siete millones de “empleados”? Incluyo en esa cifra los que detentan los Sindicatos, que cobran lo suyo. Las “privadas”, cada vez menos y cada vez más estrujadas, están formadas por currantes que no llegan a final de mes. Siendo eso así, es consecuente que los jóvenes pongan su esperanza en Papa Estado.

Concedo que hay actividades que sin ser funcionarios, tienen sus mismas ventajas: sanitarios de grandes Mutuas y Clínicas;  productores de alimentos necesarios y comercializados por grandes Cadenas; bancarios que han superado la gran purga; empleados de las grandes suministradoras de servicios esenciales etc…,

Junto a estos colectivos que tienen su porvenir “asegurado”, está la SOCIEDAD ANONIMA DE PENSIONISTAS con más de cinco millones de empleados.

Funcionarios y asimilados, empleados de grandes cadenas, pensionistas… Todos contentos y satisfechos. Pero, con esto a la vista,  ¿qué esperanza le queda a este tipo de sociedad? La que tienen los viejos: la esperanza de la muerte.  Pero mientras los viejos, conocedores de este mundo, rezan ante el Santísimo, y ponen su esperanza en el Dios que adoran, que les dará juventud eterna, los jóvenes, incluso los incluidos entre los colectivos privilegiados, esperan vivir y morir confiando en el aniquilamiento.

Jaime Solá Grané

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Noticias Cristianas

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