Artículo del día Infierno, "lugar de tormento"

INFIERNO (6) – SAN JUAN MARÍA VIANNEY

Otro gran santo del siglo XIX fue el Cura de Ars que dejó escrito esto sobre el infierno.
«No poder amar nunca a Dios en el infierno. ¡Qué desgracia!
Si un condenado pudiese decir una sola vez: “Dios mío, os amo”, ya no habría más infierno para él… Pero, ¡ay de esta pobre alma! Ha perdido el poder de amar que recibió y del cual no ha sabido aprovecharse. Su corazón se ha secado como la uva después de haber sido prensada. Ya no hay felicidad para este alma, no hay paz, porque no hay amor. El infierno hunde sus raíces en la bondad de Dios. Los condenados dirán: ¡Ah! Si al menos Dios no nos hubiera amado tanto, sufriríamos menos! ¡El infierno sería soportable!… Pero haber sido amados tanto! ¡Qué dolor!
Si ellos pudieran tener la esperanza de que podrían una sola vez rezar durante un minuto, esperarían este minuto con tal impaciencia que suavizaría sus tormentos.
Si los pobres condenados tuviesen el tiempo que nosotros perdemos, ¡qué buen uso harían! Si tuviesen sólo media hora, esta media hora invalidaría el infierno.
Ya no hay felicidad en este alma, ya no hay paz, porque ya no hay amor.
El infierno donde será tan duro haber sido separado de Él… Pido al buen Dios que me haga sufrir cuanto quiera, pero que, al menos, me conceda la gracia de no ser condenado.»
«No hay necesidad de probar el infierno.
Los malos cristianos son desgraciados como las piedras y lo serán por toda la eternidad.
Ningún reprobado ama a ningún otro reprobado, el hermano odia a su hermano, el hijo a su padre, la madre a su hijo; y este odio universal se concentra sobre Dios; he aquí lo que es el infierno.»
Estaba continuamente persuadido de la terrible justicia de Dios. Por esto en una ocasión pronunció las siguientes palabras:
«¡Malditos de Dios!… ¡Malditos de Dios! ¡Oh qué horrible desgracia! ¿Comprendéis hijos míos? ¡¡¡malditos de Dios
!!! ¡Malditos de Dios, el cual no sabe sino bendecir!, ¡malditos de Dios, el cual es todo amor, malditos de Dios, que es la misma bondad! ¡malditos sin remisión! ¡malditos para siempre! ¡¡¡malditos de Dios!!!»
Durante un cuarto de hora, no pudo decir nada más.
«Ellos se condenan a maldecir por toda la eternidad. El infierno arroja sus maldiciones sobre la tierra, como la válvula de vapor arroja humo.»
«¡Ay si los condenados pudiesen venir a Ars, sacarían mejor provecho que todos vosotros!», tuvo que confesar el demonio en un poseso en Ars.

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