“Cuando Don Bosco oía hablar de defecciones en la Iglesia de personas respetables o de otros escándalos públicos decía a sus discípulos:
-. No debéis sorprenderos de nada; donde hay hombres, hay miserias. La Iglesia no tiene nada que temer y, si se diera el caso de que todos se conjurasen contra ella para echarla abajo, siempre está el Espíritu Santo para sostenerla.
Continuaba sin desalentarse acercándose a aquellos extraviados, en quienes esperaba poder sembrar una buena semilla de conversión. Y en aquel mes de mayo (año 1862) buscaba ganarse a dos sacerdotes y a un seglar para restituirlos a Dios. Uno de ellos correspondió a las invitaciones de su caridad, y los otros dos tornaron al fin de su vida. ¿Influirían sus oraciones y las de sus jóvenes para su salvación eterna?
El primero fue Passaglia. Escribe así Bonetti en su crónica: “Ardía en mayo un loco afán para inducir al clero a rebelarse, cuando el profesor de retórica, Sr. Dini, otrora protestante y hoy ferviente católico, habiendo hablado de don Bosco con el afamado Passaglia, éste le dijo con una de sus ampulosas frase:
-. Don Bosco posee todos los carismas del espíritu Santo.
Y añadió que le gustaría ir a visitarle a Valdocco, pero que lo dejaba para más adelante, porque ahora temía quedar vencido.
Refirió el profesor estas palabras a don Bosco y él hizo observar a sus clérigos que Passaglia necesitaba un golpe extraordinario de la gracia, que las palabras de los hombres no le servían y que rogasen al Señor para que lo condujera de nuevo al buen camino.
Con todo, como se trataba del alma de un sacerdote que tanto escándalo producía en la Iglesia, hizo con Passaglia lo mismo que ya había hecho con Grignaschi y otros más. Intentó acercárselo y sostuvo varias conversaciones con él, llevadas con exquisita prudencia para no irritarle. El pobrecito reconocía que andaba por un camino falso, pero don Bosco comprendió que no se determinaría a reconocer públicamente su error…
Passaglia se retiró a la vida privada, y desde su cátedra de ética, ya no habló contra la Iglesia y sus derechos. Compuso y publicó diversas obras utilísimas, como la refutación de “La vida de Jesús” del impío Renán y una conferencia contra el divorcio. Sin embargo, aunque agitado por vivos remordimientos, no se le podía convencer para formular una súplica de perdón al Papa. Finalmente en 1887, al verse próximo a la muerte, hizo una amplia retractación, recibió los sacramentos con mucha piedad y dejó esta vida el 12 de marzo” (Lemoyne)
El ejemplo de los santos como don Bosco es bueno de ser imitado siempre. A veces mejor que centrarlos en controversias y diatribas.