«La Iglesia siempre ha vencido por no haber retrocedido nunca», escribió De Maistre. Es fácil constatar este aserto. A ojo de pájaro observemos unos cuantos rasgos del pasado siglo XX. Al principio del mismo, la fuerza «progresista» de la masonería conseguía hundir a Francia en un laicismo beligerante. También la sociedad mejicana, de la mano masónica, se destrozaba entre sí. Sobrevendrá la primera guerra mundial. Pocos años después las fuerzas masónicas, marxistas y anarquistas se apoderan de España y empieza el holocausto español. Con la segunda guerra mundial se inicia y consuma el gran holocausto contra la raza del Señor, que también se extiende contra todos los pueblos no arios. Terminado éste, se inició en la URSS, China comunista y países subyugados el genocidio marxista. Si hasta los años 70 los genocidios eran limitados a raza, a espacios y religión a partir de los años setenta empieza un genocidio general que abarca a casi todos los países del mundo: el aborto y la destrucción de embriones. Así avanza y PROGRESA la humanidad. Este es el progreso de unos «progresistas» que se atreven a dar lecciones de modernidad a la Iglesia Católica que es la única que no ha retrocedido en la defensa del hombre, por que sus principios humanos y divinos son inalterables.
Jaime Solá Grané