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DERROTA Y TRIUNFO DE SATANÁS

El fracaso de Jesús crucificado fue el gran triunfo del Redentor del hombre. Satanás creía haber vencido pero, de súbito, entendió que la muerte de Cristo era su gran derrota. ¡El hombre estaba redimido!

En estas últimas décadas también Satanás cree haber ganado la batalla por medio de sus esclavos, los políticos y gobernantes, que han introducido por todo el mundo, las más pavorosas inhumanidades y degradaciones, de las que sólo voy a referirme al aborto y a la eutanasia.

Respecto al ABORTO, el demonio rabia cada día cuando comprueba que las almas de los miles y miles de niños asesinados por sus madres, van directamente al Cielo. El éxito de Satanás es la condenación eterna de las almas y ¡pierde la de todos los niños muertos en los vientres maternos, asesinados o por muerte natural! Los millones y millones de abortados no entran en la cárcel del Infierno sino que van al reino de la paz, del amor, de la felicidad eterna con Dios. En vano el demonio hubiera querido verlos nacer y crecer como sus padres: blasfemos, lujuriosos, avaros, soberbios, incrédulos, ateos, despiadados etc…El triunfo que creyó tener al incitar al aborto se le convierte cada día en terrible derrota.

Y ¿por qué afirmo que van al Cielo las almas si han sido concebidas en el estado de pecado original heredado de Adán? El estado de pecado transmitido fue debido a un acto personal de Adán, sin responsabilidad de ninguno de sus descendientes. El acto pecaminoso terminó pero el estado de pecado sigue a todo concebido. La Iglesia, siempre madre y bajo la cabeza de Jesús, establece el Bautismo para remediar y recuperar la inocencia, o sea un alma sin mancha. Para los nacidos hay el Bautismo de agua; para los que viven alejados de la Fe pero cumpliendo la Ley Natural, hay el Bautismo de Deseo. Y la Iglesia, bajo la infinita misericordia de su Cabeza, Cristo, permite que nosotros los cristianos podamos asumir en nombre de los no nacidos el Bautismo de Deseo. Cada día el cristiano debe desear el Bautismo en nombre de los abortados. Bautizado de esta forma el abortado, asesinado o por muerte natural, su alma va al Cielo. El Demonio ha quedado vencido.

Tema muy diferente es la eutanasia. Pero, en primer lugar se debe diferenciar el suicidio de la eutanasia. Suicidios siempre los ha habido; pero creemos que muchos, muchísimos, debidos a trastornos mentales que en sí mismos, no suponen pecado, salvo que viniera de un pecado “in causa”. No se puede afirmar ni de lejos que un suicidio, producto de enfermedad, sea un triunfo de Satanás. Otra cosa es la eutanasia. Aquí sí que el Demonio tiene todas las de ganar. El hombre, plenamente consciente, firma su propia muerte. Claro que hasta el último segundo puede haber un acto de arrepentimiento y de amor a Dios, pero es sumamente improbable. Aunque en particular de nadie se podrá decir que se ha condenado, sí que se puede decir en general que las almas de los que han firmado conscientes la autorización, van al Infierno eterno. Satanás aguarda sus almas y aquí sí que al parecer no sufre derrota.

Jaime Solá Grané

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Noticias Cristianas

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