Artículo del día

UN SUEÑO PROFÉTICO: EL DE LAS DOS COLUMNAS

Se sabe que los “sueños” de Don Bosco eran visiones del porvenir. El “Sueño de las dos columnas”, lo tuvo  durante dos noches en el año 1862. Parece una doble batalla naval. Va el  Papa  al mando de la nave capitana de si flota. Siempre más acosado por la armada enemiga  de la Iglesia Católica. Parece zozobrar repetidas veces. Anuncia claramente el que iba a ser en el futuro el Concilio Vaticano I de 1870 y hasta el lejano Concilio Vaticano II de 1963-65.

¡Cuántas persecuciones esperan a la Iglesia!. Toda la flota enemiga centra sus disparos contra el Papa, vomitando por sus bocas de fuego más que obuses y misiles, unos raros proyectiles hechos de libros e impresos, incendiarios a la vez que explosivos.

El Puerto de Salvación. El Papa, muy eucarístico y mariano, acerca más y más la nave de la Iglesia y su escuadra a las dos columnas salvadoras que emergen del mar en juna ensenada de refugio por sus aguas mansas… Una columna entroniza en lo más alto del todo una gran imagen de la Virgen INMACULADA, Auxilio de los Cristianos. La otra columna, más alta, acaba con el pedestal de una custodia con la EUCARISTÍA en una grandísima HOSTIA SANTA.

Reparación y victoria. Un vientecillo suave sale de las dos columnas entre las cuales se ha refugiado toda la escuadra del Papa. Y al momento tapa las vías de agua y repara las destrucciones, averías y boquetes causados por la gran batalla naval que estuvo a punto de hundir para siempre a la Iglesia.

Sobrevino una gran calma. Toda la armada anti-papal va  a pique al estallar otra espantosa borrasca mundial, y unas con otras chocan y se hunden todas las naves enemigas del Papa. Pero otras naves, indecisas, corren a refugiarse junto al Papa y a las dos columnas.

Don Bosco fija la salvación de la Iglesia en el AMOR a Jesús Sacramentado que vive hoy en cada Sagrario; en la DEVOCIÓN  filial a la Virgen María, pues en los tiempos difíciles de hoy, nuestro auxilio es el nombre de María; y, por último, hoy más difícil que nunca, la obediencia al Papa, que por medio del Espíritu Santo, conduce la nave de la Iglesia.

Jaime Solá Grané

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Noticias Cristianas

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