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OBISPOS… SACERDOTES, NO DEJÉIS QUE OS ATRAIGA EL HONOR

En el santuario del SACERDOCIO  hay mucho incienso que no se eleva a Dios. Por ejemplo, el espíritu de interés es demasiado frecuente;  viviendo Jesús consiguió anidar en el corazón de uno de sus apóstoles. Pero es más temible que al eclesiástico le atraiga el HONOR. En el mundo se desean las riquezas, pero en el ámbito eclesial se desea mucho más ser honrado, ser tenido por honorable. ¿No convendría que los sacerdotes meditaran más la vida de san Francisco de Sales? Podrían meditar el texto de Chaignon que reproduzco:

“El desinterés de Francisco estuvo a prueba de todas las tentaciones. Si acepta el Obispado de Ginebra es por obediencia. Si se le ofrece el Arzobispado de París, responde: “Estoy desposado con una Iglesia pobre y desolada; sería doblemente infiel si la abandonara por tomar una más floreciente y más rica». Se le quiere nombrar cardenal y rehúsa sin vacilación. No acepta nada para sí; si pide algo es en favor de su desgraciado rebaño»

He aquí como los santos usan de su valimiento cerca de los grandes. El valimiento no fue para Francisco de Sales el precio de condescendencias reprobadas por la conciencia. No podía sufrir esa cobarde complacencia que no sabe sino lisonjear  y no se atreve nunca a ser útil. Siervo de Jesucristo, nunca deseó agradar a los hombres. Enrique IV decía de él: “Le venero porque mis favores jamás lo han tentado, y lo amo porque sus amonestaciones jamás me han lisonjeado”. ¿Temió acaso ofender a los magistrados de Thonon, cuando no obstante sus amenazas, abre en esta ciudad la primera Iglesia y restablece el culto católico? ¿Participó de las tímidas determinaciones del consejo de Saboya, cuando, a pesar de su oposición, obligó al soberano a publicar el entredicho de la herejía y el destierro de sus ministros? Su dulzura, pues, no tuvo ninguno de los defectos de la debilidad; tuvo por el contrario una firmeza invencible.  Un hombre dueño de sí mismo puede aplicar a la lucha, cuando la necesidad lo exige, toda la energía que ha recibido de la naturaleza y de la gracia.  He aquí lo que hace a un Sacerdote inquebrantable en las santas empresas de su celo”.

El celo por la salvación de las almas es el único HONOR que un sacerdote u obispo debería desear.

Jaime Solá Grané

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Noticias Cristianas

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