Sólo el amor al sacerdocio nos hace a veces escribir textos un tanto amargos sobre los que ejercen el ministerio sagrado de forma indigna. Para los que viven el sacerdocio, les puede ayudar este texto de Chaignon.
“El Sacerdocio es una verdadera esclavitud. No hay quien sea menos dueño de sí mismo que el Sacerdote. Pertenece a la Iglesia, a las almas, a todas las almas, pero en particular a aquellas que Dios le ha confiado; se debe a los pecadores para convertirlos, a los justos para dirigirlos…Debe todo su tiempo, su paciencia, sus cuidados, su vida; todos tienen derecho a reclamar sus servicios en lo tocante a la salvación. El es el servidor de los servidores de Cristo.
Todos los cristianos sacrifican al Salvador su libertad cuando se unen a Él por el Bautismo; pero el Sacerdote se estrecha más con Él al darse a sí mismo para ser su ministro. Y cuando en el cumplimiento de sus deberes tiene por emblema la caridad, proponiéndose en cuanto hace y sufre agradar a su Señor, es en realidad y del modo más positivo, el esclavo de Cristo. Ya no va donde quiere; es el espíritu de Dios el que le guía. “
Termina Chaignon con esta especie de plegaria: “ Me pedís, oh Jesús, el sacrifico de mi libertad, y queréis sea como el vuestro, voluntario, completo, que jamás se desmienta; me presentáis vuestras cadenas para que os ayude a llevarlas; el amor que me habéis profesado me da alientos para vencer mi repugnancia. Estar siempre sumiso, no apartarse ni un punto, ¡cuán duro es a la naturaleza! Pero soportar esta sujeción por Vos y con Vos, ¡cuán dulce es esto para el corazón que os ama! Al darme vuestras cadenas ¡de qué otras tan funestas, me libráis! De no ser esclavo vuestro, tengo que serlo de mis pasiones. Bendito seáis, Dios mío, ya que habéis roto mis cadenas, quiero llevar las vuestras. Estoy con Vos y quiero estarlo para siempre. Concededme esta gracia, dad este gozo a vuestro siervo”.
¡Ojalá fueran muchos los sacerdotes que firmaran este texto!
Jaime Solá Grané