Artículo del día

El temor de Dios

Painted divine figure church of San Sebastiano Rome

“Dichoso el hombre que siempre está en temor, el que endurece su corazón caerá en el mal”. (Prov. 28, 14)
Es para meditar la advertencia de san Ambrosio: Son muchos los que han servido a Dios, meditando su ley día y noche. Han crucificado sus carnes. Han conseguido refrenar las concupiscencias e incentivos de la sensualidad. Han sido muy pacientes en daños grandes que han recibido. Al fin han perdido toda esa confianza y alteza de vida y han venido a caer en grandes miserias porque comenzaron a confiar en su virtud y santidad y en las buenas obras que hacían. Lo que el demonio no pudo derribar con ímpetu de sus persecuciones lo consiguió haciéndoles caer blandamente con la presunción de sí mismos.
San Agustín se lamenta: A muchos hemos visto y de otros hemos oído decir que habían subido hasta el Cielo y puesto su nido entre las estrellas. Y con temor me acuerdo. ¡Cuántas de estas estrellas han caído del Cielo! ¡Cuántos que estaban sentados a la mesa de Dios y comían Pan de Ángeles han venido a desear henchir sus vientres de manjares de puercos! ¡Cuántas castidades, más finas y hermosas que el marfil antiguo, han sido tiznadas y convertidas en carbones de fuego!
Vale la pena recordar el ejemplo del ermitaño Jacobo. Después de haber servido a Dios más de cuarenta años con gran rigor y penitencia, a sus sesenta años, ilustre en milagros y en echar demonios le presentan una doncella para que saque de ella el demonio que la poseía. Después de echado los que la trajeron no osan llevarla consigo por temor al demonio. Jacobo permite que la joven se quede con él. Se fio y presumió de sí. Dios permitió que cayese. Y una vez cometido el pecado, por temor a ser descubierto y perder su fama de santidad, el ermitaño mató la joven y la echó en un río. Desesperado de la misericordia de Dios volvió a la ciudad para entregarse a los vicios y pecados. Todo fue permisión de Dios, porque más tarde volvió sobre sí: Hizo muy rigurosa penitencia durante diez años; recobró la santidad primera y fue santo canonizado.
Parecida es la historia que se narra en la Vida de los Padres. Un monje por muchos años se había ejercitado en santas obras. Al cabo tuvo contento vano de sí y jactancia. Dios permitió que cayese miserablemente en un pecado deshonesto con el demonio que se le apareció en forma de mujer muy hermosa, que andaba perdida por el desierto. El la acogió fácilmente. Habló largamente. Y cuando ya estaba rendido para pecar con ella, queriendo ponerlo por obra, se le desapareció de entre los brazos, dando una gran voz, tras la cual fueron oídas grandes risotadas de muchos demonios. “¡Oh monje, decían, que te levantabas y ensalzabas hasta el cielo! ¿Cómo te has hundido tanto?”

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Noticias Cristianas

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