Artículo del día

Confianza en la Misericordia Divina

En matemáticas espirituales, a veces, se sale ganando en que haya faltas, porque provocan actos de humildad y amor a Dios que no se harían si no se faltase.

Te lo demostraré con números que no fallan. Una faltita de estas ordinarias contemos que valga por uno, o por cinco, o por diez, en la deuda del tesoro espiritual. Si haces por esta falta un acto de amor a Dios y de humildad, que al menos valdrá por cien, aun resultará que ganas noventa o noventa y cinco, y quizá hasta noventa y nueve.

-Esto suponiendo que valen más los actos de virtud que la caídas.

-Es evidente que sí, y no puedes tener ninguna duda. Las faltas son cometidas con poca voluntad (que es la que da los grados de malicia), suponiendo que haya voluntad: mientras que un acto de cotrición y amor a Dios se hace con toda la voluntad y con todo el corazón. Las faltas ordinarias suelen ser en cosas pequeñas. Un acto de amor a Dios es por sí mismo ya gran cosa. Y más si se hace como suelen hacerlo las personas piadosas, ofreciéndose de todo corazón y totalmente a Dios. De manera que no sólo por la mayor voluntad y reflexión, sino también porque de sí son cosas más grandes, no perdemos tanto con nuestras faltas como ganamos con los actos de virtud que después nos hacen hacer. Por eso verás que pone más empeño el demonio en impedir actos de arrepentimiento, después de cometidas las faltas, que en la tentación de hacerlas cometer.

-Así, pues, el desconfiar causa más daño de lo que parece.

-Incomparablemente más que la misma falta. Por eso Dios se dolía más de que no recurriésemos a su misericordia que de la misma falta.

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Noticias Cristianas

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