Voy a referirme al contencioso que el Vaticano ha planteado frente al Estado de Italia por el proyecto de ley contra la homofobia aprobado por la Cámara de Diputados de aquel país. Alega que dicha ley, de aprobarse, iría contra el Concordato que rige las relaciones de los dos Estados.
Inmediatamente, como era de esperar, los periodistas anticatólicos se han puesto a criticar al Vaticano, como hace el editorial de La Vanguardia que entre otras lindezas escribe: “La sociedad ha cambiado mucho desde que el Concordato se suscribió”. Todo es relativo… La Iglesia, insiste el periodista acatólico, ha aceptado “leyes como la del divorcio o el aborto, aprobadas en Italia” Y sigue: “También ha aceptado las uniones civiles, fecundación asistida o investigación con células madre” que si bien despertaron críticas del Vaticano “no llegó la sangre al río”. La conclusión es patente: si en algo tan grave como el aborto, el Vaticano se ha mostrado sumiso, ¿por qué ahora quiere rebelarse?
Se pretende que TODOS aceptemos lo que la mayoría quiere y exige. Y los tratados y leyes se deben cumplir en tanto la mayoría exija que se cumplan. Ahora es la hora del matrimonio homosexual y que el transgénero se enseñe en todas las escuelas, en especial las católicas. Y los italianos están seguros que el Vaticano, una vez más, aceptará la imposición de la mayoría de los italianos. Se amenaza, como hacen todos los avisos y leyes hechas por funcionarios y políticos, con sanciones y cárcel. Sacerdotes, obispos y si sale del Vaticano, el mismo Papa, pueden ser perseguidos y castigados incluso con pena de cárcel, si en las escuelas católicas no se enseña que es delito de odio oponerse a la doctrina del transgénero. En pocas palabras, la doctrina de Cristo debe ser abolida para que la sociedad y el Estado italiano no descarguen su peso ENORME sobre los pocos cristianos que quieran seguir fieles a Cristo.
¿Qué hará e Vaticano? ¿Callará como aseguran los periodistas anticatólicos? O por el contrario, ¿hablará claro, y no dejará que Cristo el día del juicio de cada jerarca recrimine que no le han reconocido ante los hombres?
Jaime Solá Grané