El verano ha llegado. ¿En qué se van a diferenciar las mujeres católicas de las que no lo son? Ya la Virgen advirtió a Jacinta, la vidente de Fátima, de que llegarían modas que ofenderían gravemente a Dios. Los pastorcillos videntes no podían imaginar ni de lejos, los uniformes que llevan las niñas y adolescentes de colegios “católicos”. Es tanta la desvergüenza que no cabe excusa que justifique a los religiosos, propietarios de estos centros. Sacrifican la decencia o modestia al dios-dinero. Lo hemos dicho y repetido: si se ven incapaces de establecer la modestia mínima, que dejen los colegios y no quieran comparecer al juicio de Dios en compañía de los millones de pecados cometidos por la impureza.
Esta inmodestia es el pan de todo el año, pero voy a referirme ahora, a las mujeres católicas, algunas de misa y comunión diarias, que, al llegar el verano, se visten con la desnudez propia del verano. Irán a las playas, a los bares y discotecas, y ¿en qué se van a diferenciar de las mujeres no católicas? Es cierto que hace ya más de tres décadas que no piso una playa, por esto me limitaré a preguntar: ¿Vd. mujer católica cuando acude a la playa va distinta de las otras mujeres?
Hace unos años, un padre me envío la fotografía de su hija en traje de playa. Tuve que eliminarla. A los pocos días recibí la misma foto enviada por la madre, pero recortada la parte más descubierta. Es el problema de hoy: la madre se daba cuenta, pero era incapaz de imponerse.
Aunque todos los días son buenos para que el demonio tiente con la impureza, por ejemplo en piscinas, gimnasios…donde los católicos pasan horas, lo cierto es que el verano es el tiempo propicio para que las mujeres católicas muestren que son consecuentes.
Mujeres católicas de misa diaria, veo que en verano vais a misa algo descubiertas, pero os tapáis con una mantilla. ¿Pensáis que Dios sólo os ve en la Iglesia? No tenéis presencia de Dios, eso lo dice todo.
Que no hay para tanto… ¡Qué soy un mojigato!… Desde que a los 19 años llegué a Barcelona, solo y viví sin control alguno, puedo afirmar a mis 82 años, que he conocido todos los ambientes por más desastrados y asquerosos que fueran. Y nadie me puede acusar de mojigatería. Mujeres que os creéis católicas, creeré en vosotras, en vuestras prácticas de piedad, en vuestras adoraciones al Santísimo, en vuestras palabras, si demostráis que sois diferentes durante el verano y controláis la forma de vestir de vuestras hijas.
Jaime Solá Grané