Transcribo de Kolb un hecho no demasiado conocido. “A la célebre batalla de Waterloo asistió con el Estado Mayor inglés el banquero Rothschild, de Londres. Quizá ningún general observaba con tanta ansia el desarrollo de la lucha, quizá ninguno esperaba con tanta ilusión que el ejército alemán y el inglés llegasen a ponerse en contacto para luchar unidos contra Napoleón. ¿Era el patriotismo, era cualquier otra preocupación espiritual, lo que hacía no soltar a Rothschild los anteojos que le permitían seguir el desarrollo de la batalla?… ¡Nada de eso! La mera perspectiva de lucro vil, pero gigantesco, hacía tomar a Rothschild, a galope tendido, el camino de Dover en cuanto llegaron a unirse ambos ejércitos, lo que se juzgaba, con razón, la derrota del conquistador corso. Llegaron al puerto. Rothschild pretendía cruzar el Canal en el plazo más breve, pero a causa de un tremendo temporal ningún barco quería abandonar el refugio. El banquero tuvo que ofrecer hasta dos mil florines –en aquella época una cantidad inaudita por una travesía del Canal- para que un barquero arriesgase su vida y nave con él.
Tuvieron suerte y llegaron a Londres. A la mañana siguiente, cuando las Islas Británicas no sospechaban todavía lo que había visto Rothschild con sus propios ojos la tarde anterior, se presentó el arriesgado y astuto banquero en la Bolsa de Londres, adquiriendo cantidades fabulosas de valores a precios tirados…
El alza de los papeles al día siguiente, cuando la Gran Bretaña se había enterado de la derrota de Napoleón, fue tan fantástica como antes había sido la baja… y todos aquellos millones se hizo Rothschild en unas horas de astucia suprema, en que jugaba todo, alma y vida, por una fortuna.”
Concluye Kolb: “Pues estas ansias desmedidas, esta decisión que nada arredra, que tantos hombres desarrollan frente al dinero y en la conquista de puestos de honor, debían ser los nuestros ante la conquista de valores eternos del espíritu, cuando descubrimos aquella perla de valor inmenso de la cual habla Jesús en el evangelio. (Mt. 13,4)”
Jaime Solá Grané.