Artículo del día Testigos de Cristo

TESTIGOS DE CRISTO: Santa Margarita María

Written by Jaime Solá Grané

¿Quién es esta monja que dirige cartas al Rey Sol, el endiosado Luis XIV de Francia, instándolo a que consagre su nación al Corazón de Jesús, al tiempo que le anuncia de parte de Dios increíbles gracias de santificación a los que se entreguen a Cristo?

Había sido una pobre monja que no podía predicar, que no tenía dotes para escribir, que estaba acorralada por sus hermanas y a menudo enferma… Había soportado incomprensiones y persecuciones pero al fin va consiguiendo que la devoción al Corazón de Jesús se extienda poco a poco. En junio de 1675 se celebra la primera fiesta del Corazón de Jesús, y su conmemoración anual llega hasta nuestros días.

La preparación de la Víctima

Margarita tenía 24 años cuando cumplió su promesa a la Virgen de ingresar en el convento de la Visitación de Paray-le-Monial si la curaba de una importante enfermedad. Corría el año 1671.

En el convento Margarita sufre contradicciones: por un lado tira de ella el afán por la oración y la intimidad con Jesús. Por otro lado está la regla de su orden. Vienen al tiempo las grandes c1tas extraordinarias de Dios y las grandes humillaciones. Para probarla le imponen faenas humillantes y mortificaciones muy opuestas a sus inclinaciones, le hacen cumplir los oficios más bajos, capaces de distraerla de su oración. Ella obedece a todo, y la gracia de Dios la sostiene; incluso llega a buscar por sí misma más humillaciones y sufrimientos.

El Sagrado Corazón

En el siglo XVII está en pleno apogeo el Jansenismo, que predica un Dios alejado, un Dios juez más que un Dios Padre. No es así el Dios que se revela a la Santa. Es un corazón incontenible de bondad y amor, tan cercano a los hombres que pide amor, comuniones frecuentes y entrega personal.

Jesús preveía durante su vida mortal los pecados de los hombres de todos los tiempos. Esto le causaba un intenso sufrimiento; iba a morir por unos seres llenos de ingratitud. Pero también preveía las buenas obras, las oraciones, los sacrificios, las obediencias de sus amigos que así le consolaban. Nuestros pecados de hoy, de nuestra generación, que le ofenden en gran manera, le hicieron sufrir entonces. Nuestras buenas obras y sacrificios de hoy, también le consolaron entonces.

Identificada con Jesús, también los pecados de los hombres causaban en nuestra Santa una reacción que no tiene tanto de sentimental como de espiritual y purificadora: se duele de las ofensas a Dios y anhela tributar la mayor gloria de Dios en desagravio por esas deshonras.

Como Jesús en la cruz fue víctima, Santa Margarita también será víctima. Este anhelo explica el heroísmo que alcanzó en el orar, en el obedecer, en el trabajar y en sufrir por amor.

Acaba el año 1673, y en la fiesta de San Juan Evangelista, el Corazón de Jesús se le aparece con las insignias de la Pasión y una vehemente hoguera.

En el día de la Octava del Corpus del año 1675 Jesús le dice estas memorables palabras «He aquí este Corazón que tanto ha amado a los hombres…». Le insta a establecer una nueva fiesta para honrar este Corazón ultrajado.

A los cuarenta y tres años Margarita se halla totalmente achacosa. Cuando una monja la quiere aliviar, le responde: Gracias, pero son muy cortos los instantes de vida que me restan para desperdiciarlos. Sufro mucho, mas no lo bastante para satisfacer mis ansias de padecer»; la domina el ansia de ir con Jesús, que la llama el 17 de octubre de 1690.

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Jaime Solá Grané

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