Después de la primera y maravillosa multiplicación de los panes y peces, el evangelista San Marcos narra el caminar de Jesús sobre las aguas tormentosas del lago de Genesaret. Un milagro, al parecer, inútil. Hasta entonces los seguidores de Jesús habían visto la utilidad de sus milagros: curaciones, creación o mutación de bienes materiales… Valoraban la ventaja material que comportaba el milagro y, deslumbrados, no trascendían al signo espiritual.
Es preciso que Jesús les muestre la «inutilidad» de un milagro para abrirles la cerrada mente y pueden preguntarse ¿para qué sirve este milagro? Un milagro «inútil» es útil para que aprendamos a no utilizar la religión como remedio de nuestras tribulaciones y problemas. A Dios se le ama por sí mismo, le damos gracias… pero las gracias que de Él recibimos son la añadidura, no la principal razón de nuestro amor a Dios.
Yo no sé si las religiones no verdaderas pueden ser útiles a la sociedad como apagafuegos. Parece cierto que se han utilizado, en especial en países anglosajones, como medicina para determinadas personas y enfermedades. Pero la religión católica es mucho más que eso. Es la única religión verdadera. No parece bueno englobarla – una más – en el saco de las religiones para remarcar su utilitarismo.
Jaime Sola Grané