Hará unos cuarenta años el Adjunto de un gran empresario de entonces, unos de los primeros de España y Catalunya, me dijo textualmente: “No sé lo que pasaría si un día no despertara alguno de los ocho o diez personajes que dominan el país”. Pocos años después, aquel importante personaje quebró con todas sus empresas. No es preciso para el orden general del mundo, ni de España, ni de Catalunya el concurso de hombres VIP , como tantos hoy se creen imprescindibles, como otros ayer. ¿Quién se acuerda hoy de Emilio Botín, de Jesús Polanco, de Javier de la Rosa, de Lara, de Fornesa etc. etc….? Los hombres VIP de hoy, sean empresarios o políticos, son absolutamente prescindibles. Pueden desaparecer y no habrá el más mínimo trastorno. La excelencia de sus méritos, si fueran reales, apenas les valdría el nombre de una calle, que las generaciones sabrán quién es si por curiosidad quieren conocerlo por internet.
Todos estos personajes han usurpado por un pequeño tiempo la gloria debida a Dios y al final se han quedado en unas líneas en ignoradas enciclopedias. La gran mayoría lucharon contra Dios, incluso bajo la apariencia de bien. La sociedad les ha premiado con una lápida, pero y ¿sus almas? Posiblemente condenadas eternamente.
¿Por qué digo esto? Sencillamente, porque dudo que ni uno de estos “imprescindibles” que HOY creen dominar al mundo, se pregunte al empezar cada día: ¿de qué me va a servir para la salvación del alma lo que voy a hacer hoy?
Es reciente la muerte de un abogado, presidente de Fundaciones y Grupos, que estaba metido en el ámbito clerical de Barcelona y era apreciado y valorado por muchísimos católicos. Murió de repente. Era un hombre entregado y disponible… Ahora, ¿lo encontrarán a faltar? Lo dudo. De momento lo cierto es que el interés se centra en ver quién ocupa sus cargos… Si ya está en el Cielo, seguro que nos mira con una amarga sonrisa. O bien con su habitual ironía dice: “Sí, sí… id corriendo detrás de los cargos”.
Jaime Solá Grané
