Artículo del día

LA MALA MUERTE DE LOS VERDUGOS

Hace años publicamos el libro HEMOS PERDONADO, donde se relata el martirio que sufrieron los católicos de España durante la persecución anarco-marxista de los años 1936-1939. Todas las víctimas tenían en común el perdón para sus verdugos. Fueron miles y miles los mártires…

Frente a esta realidad del perdón, se constata que sus verdugos murieron en desgracia. El perdón que pide la víctima certifica su santidad pero no se puede afirmar que Dios escuche la petición. Jesús, crucificado, pidió perdón para sus verdugos, pero no consta en ninguna parte que el mismo Hijo de Dios fuera escuchado por su Padre.

En la vida de san Juan Bosco consta el relato de la muerte trágica de muchos de los perseguidores de la iglesia en su tiempo. Ya que este domingo pasado hemos celebrado la fiesta del Corpus Christi, recordemos la muerte de Camilo de Cavour, que siendo presidente del Consejo de Ministros, prohibió a las autoridades del Estado intervenir en la procesión del Santísimo Sacramento. Aunque solo tenía 50 años, la vigilia de la Festividad, cayó desplomado al suelo víctima de un síncope, y, una semana después, pasaba a dar cuenta a Dios de su vida. Seis meses antes, en la Cámara de Diputados, había preguntado: “¿Sabéis que sucederá en Europa dentro de seis meses?” Su pensamiento era que en este plazo de seis meses se apoderaría de la Roma del Papa. Antes de terminar el plazo, Cavour había desaparecido de la escena de este mundo, sin reparar de ningún modo las ofensas causadas a la religión. Dice san Juan Bosco: “Es digno de lástima pues no encontró en sus últimos momentos un verdadero amigo de su alma”

Este ejemplo es ilustrativo de que mueren impenitentes y van al Infierno eterno no solo los verdugos al estilo de los anarquistas y comunistas del trienio rojo, sino también las autoridades como muchas de hoy día que persiguen veladamente a la Iglesia. Cada lector puede poner nombres… y recuerde que Jesús no sólo no prohíbe juzgar sino que nos invita a juzgar cuando afirma que debemos conocer a los hombres por sus frutos. Si no pudiéramos juzgar, no podríamos afirmar nunca de si un árbol, es bueno o malo, a pesar de que los frutos fueran buenos o deleznables

Jaime Solá Grané.

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Noticias Cristianas

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