En el Templo, antes de la misa diaria, el último banco suele estar ocupado por mendigos. Los primeros puestos generalmente son ocupados por los fieles o feligreses más distinguidos. Un amigo suele ocupar uno de los últimos bancos para “estar más cerca de los mendigos”, como dice. “Está claro que Dios, en su Presencia infinita, no necesita que sean ocupados los primeros puestos.” Entonces Tú, le digo, esperas que venga el Dueño y que te diga “amigo, sube más arriba”.
Mi amigo se sonrió: “Sí, espero que venga y me diga: amigo, sigue ahí que este es tu puesto”.
Jajaja…”Tanta vanidad puede haber situándose en los primeros puestos como haciéndote ver en los últimos”
“No voy a la Iglesia ni para que me vean ni dejaré de ir para que no me vean”.
La Santa Misa es en realidad la repetición del sacrificio del Calvario, aunque de forma incruenta o impasible. A los pies de Cristo Crucificado estaba su Madre, María. Es evidente que los que escogen los primeros puestos imitan a la Virgen, al apóstol Juan, a los más fieles. ¿Quiénes estaban más alejados?. La pecadora, María Magdalena, Nicodemus, José de Arimatea que era un rico empresario…
Se sitúen unos en los primeros lugares y otros en los últimos, todos tienen sus “razones”.
Jaime Solá Grané