Artículo del día Testigos de Cristo

TESTIGOS DE CRISTO: Santa Magdalena Sofía Barat

Vida de fuego

Sofía nació a la luz de un trágico incendio: la casa vecina arde ese día. Esta niña, responderá más tarde, balbuceando, a la pregunta ¿quién te trajo al mundo? «El fuego». El fuego real selló simbólicamente desde la cuna su existencia. Más adelante será la virtud de la humildad de esta niña el combustible para alimentar el fuego del amor divino. Fue apasionadamente humilde, y por eso Dios la eligió para fundadora: la misión de su vida fue demostrar a los hombres el Amor del Corazón de Jesús, quien vino a traer fuego a la tierra, y ansiaba verla arder de amor.

Nace en Borgoña (Francia) El 12 de diciembre de 1779, en pleno siglo de culto a la diosa Razón. Magdalena es mujer de entendimiento varonil, de inteligencia poco común, muy bien forjada en el yunque de la disciplina por su hermano Luis, sacerdote que soportó las cárceles de la Revolución. En este yunque la joven arde en deseos de incendiar a muchos en el amor al Corazón de Jesús. La divisa de su vida será: «Sufrir por todos y no hacer sufrir a nadie; he ahí la práctica de toda mi vida». Tendrá que presenciar los desastres de la Revolución Francesa: la persecución religiosa, el cierre de los conventos. Eso le impide ser carmelita.

Pero la Providencia de Dios no se deja amilanar: reservaba para ella nuevos caminos. El P. Varin quería fundar un Instituto de mujeres de actividad social, y ella será, con el transcurso del tiempo, el instrumento adecuado y el alma de la «Sociedad del Sagrado Corazón de Jesús» o «Damas de la Fe». A los veintitrés años se la ve dirigiendo un grupo de amigas que pretenden constituir el Instituto. Sofía y sus compañeras, inclinadas al principio al Carmelo, ceden su vocación contemplativa a la activa, pero sin abandonar de ningún modo la contemplación: es una vida mixta. Empiezan en una humilde buhardilla de París alrededor del año 1800. La hoguera es pequeña, pero poco a poco se va extendiendo. La ciudad de Amiens fue la cuna de la obra. Siguieron Grenoble, Belley, Poitiers, París, Turín, Roma.

Es nombrada Superiora General en 1806, pero a la fuerza. Magdalena es ya la Madre Barat. Vive los tormentos del fuego interior y exterior. Sufre persecuciones, incomprensiones, calumnias, dificultades de todo género. Uno de los Padres que había recibido el encargo de colaborar con ella en la redacción de las Constituciones se hace pasar por fundador. Escribe unas falsas Constituciones que solo una minoría de religiosas, engañada, acepta. La Madre Barat carga con la cruz y calla. La crisis llega a Roma, y León XII apoya a la Madre, aprobando en 1826 sus Constituciones. A pesar de todo, Dios no deja sin nuevas pruebas a su corazón generoso.

La llama de amor que la consume acaba con su vida en 1865 y ella deja en la tierra un Instituto educativo a gloria Corazón de Jesús, con 86 casas y más de 4.000 hijas.

Su llama sigue ardiendo hoy.

Glorificadora del Sagrado Corazón

¿Por qué escogió al Sagrado Corazón de Jesús como espíritu de su Obra? Cuando la herejía del jansenismo helaba las almas, achicando el amor divino, Dios suscita apóstoles de su Corazón enamorado de los hombres: San Juan Eudes, Santa Margarita María, San Claudia de la Colombiere, y muchos más. Entre ellos está Santa Magdalena Sofía.

Deja escrito: «Todos los misterios de amor y salvación han brotado del Sagrado Corazón de Jesús. Desde que la santa humanidad del Salvador fue unida a la divinidad en el seno de María, su pequeño Corazón nos dedica ya sus primeros sentimientos: se ofrece al Padre para expiar y para salvarnos».

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Noticias Cristianas

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