En religión, los progresistas viven aún del relativismo del siglo XX. Vienen repitiendo las tesis poco originales de Dilthey y de Ortega. Confunden el «signo de los tiempos» anunciado por nuestro Señor Jesucristo con las circunstancias del tiempo que vivimos. Según ellos, se trata de acomodamos al mundo actual: este es para ellos el tema de nuestro tiempo. Es curioso que los progresistas de la Iglesia sean más anticuados que los llamados preconciliares, porque no han sabido separarse del Ortega de 1922. Hoy se repite lo que ya Ortega pontificaba: todo mal es un error de perspectiva. Si el pecado más gravoso, el de Adán, fue un error de perspectiva, ¿es de extrañar que los progresistas repitan lo mismo respecto a los pecados de hoy?
Han olvidado el principio básico de la filosofía: la lucha de todo hombre por la conquista de la verdad. Los pensadores de la filosofía perenne penetraron por sí mismos hasta las últimas causas en la concepción humana del universo, y por ello, ninguno de ellos, ni ningún auténtico filósofo se ha pronunciado por el escepticismo y el relativismo, que son rasgos del pensamiento propios y típicos de tiempos de decadencia. Nuestros progresistas son hijos de esta sociedad decadente. En esto sí que son actuales.
Jaime Sola Grané